Domingo XII Tiempo Ordinario

Escrito el 25/06/2023
Agustinos


Texto: Javier Antolín,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».


"No tengáis miedo"

En el Evangelio de este domingo Jesús se dirige a sus discípulos con una recomendación repetida tres veces: “No tengáis miedo”. Ser discípulo no es fácil en muchas ocasiones y el miedo es algo natural pero no podemos dejar que el miedo nos paralice en nuestra misión de anunciar el Evangelio, sino que, por el contrario, tenemos que tener confianza en Dios que nos ha llamado y enviado a proclamar el mensaje del Reino de Dios. Dios cuida y se preocupa de cada uno de nosotros por eso no hay nada que temer, pues si se ocupa de los gorriones como no va a cuidar de nosotros que valemos mucho más.

Todo lo que nos ocurre está en manos de Dios, y es normal ante las dificultades o persecuciones que pueden surgir a causa del Evangelio, que tengamos miedo, pero se nos dice que por mucho que nos pertuirben solamente pueden dañar nuestro cuerpo, si hubiera que temer algo sería a Dios que es el que tiene poder sobre nuestra alma. Pero ante Dios no podemos experimentar ningún miedo, pues es amor misericordioso y quiere nuestra salvación.

Frente a las incertidumbres que pueden asediar nuestra vida, el Evangelio nos invita a seguir confiando en el amor del Padre que nos recuerda que somos valiosos para él y que su misericordia está por encima de nuestros temores y el mal del mundo. El texto nos anima también a no ocultar lo que somos y a que demos testimonio en todo tiempo y lugar de nuestra vida cristiana desde nuestra confianza de ser hijos de Dios.