Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Autum prelude
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
«Por qué les hablas en parábolas?».
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador:
si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».
La fuerza de la semilla
Sabemos, porque el mismo Jesús nos lo dijo en el evangelio, que él es el sembrador y que la semilla es la Palabra. Hoy nos toca preguntarnos a nosotros qué tipo de terreno somos. Podemos ser cualquiera de ellos y, probablemente, todos sellos según determinados momentos de nuestra vida. Pero será bueno identificarlos y, sobre todo, por qué hemos sido ese tipo de terreno. Es importante porque conociendo las causas podemos encontrar caminos para cambiar, para ser otros terrenos… Siempre con la ayuda del Señor que, además de sembrador, es también labrador; el que prepara el terreno.
En qué momentos hemos dejado que los pájaros se comieran la semilla y ¿por qué? Dejadez, pereza, falta de interés… ¿otras semillas nos atraparon más el corazón? ¿Cuándo hemos sido terreno pedregoso y por qué? ¿Demasiadas cosas de las que estar pendientes? ¿Cuándo tierra poco profunda? ¿Cuándo terreno lleno de zarzas? Y sobre todo ¿cuándo hemos dado fruto? Ahí tenemos que volver.
Y no olvidemos… En este labrantío tienen mucha más fuerza el sembrador y la semilla que el terreno.