Miércoles XXI Tiempo Ordinario

Escrito el 30/08/2023
Agustinos


Texto: Ángel Andújar,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».


Frente a la hipocresía

Pocas veces vemos a Jesús actuar con tanta ira como en la escena que ahora acabamos de leer. En este pasaje y en el de la expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén podemos decir que se da el contrapunto al Jesús manso y humilde de corazón que aparece habitualmente en los Evangelios. ¿Cuál es el motivo? Las actitudes que encuentra en el modo de vivir la fe; si algo no es soportado por el Señor es la hipocresía, ante la que se muestra firme e intransigente.

Estamos en la etapa final de la vida de Jesús. Ha entrado en Jerusalén y el tono conflictivo sube de nivel. Las clases dirigentes del judaísmo buscan el modo de hacerlo callar, porque sus enseñanzas y su vida incomodan al poder establecido. Pero Jesús, lejos de echarse atrás, enfrenta la situación con absoluta valentía, apoyado sin duda en la confianza de sentirse enviado por el Padre.

Jesús llama “sepulcros blanqueados” a sus interlocutores, haciendo una clara contraposición entre lo externo y lo interno. No hay cosa que le irrite más que la falsedad de mostrar por fuera una imagen que no se corresponde en nada con las actitudes interiores. En definitiva, el Señor repudia una religiosidad de las apariencias, del cumplimiento, o incluso yendo más allá, del abuso de poder. Esto se hace aún más grave cuando quienes tienen esas actitudes hipócritas son precisamente los dirigentes, llamados a predicar con su ejemplo.

Todo el capítulo 23 de Mateo es una invectiva de Jesús contra los dirigentes judíos de su tiempo, que merece la pena ser leído y meditado con detenimiento.  Pero esta lectura tiene que llevarnos, ante todo, a revisar nuestra vida y nuestro modo de ser creyentes, buscando siempre y ante todo la coherencia y huyendo de cualquier comportamiento hipócrita. No podemos hablar de aquello que en el fondo no creemos o invitar a los demás a hacer lo que nosotros no estamos dispuestos a asumir. De lo contrario, seremos también sepulcros blanqueados, guías ciegos, ahogados en una religiosidad hueca que nos alejará del auténtico seguimiento de Jesucristo.