Miércoles XXIV Tiempo Ordinario

Escrito el 20/09/2023
Agustinos


Texto: Javier Antolín,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, dijo el Señor:
«A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta
y no habéis bailado,
hemos entonado lamentaciones,
y no habéis llorado”.
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».


Excesivamente caprichosos

El Evangelio de hoy nos presenta una enseñanza describiendo a los hombres de la generación de Jesús, pero que también podría describir a las personas de la nuestra. Nos muestra dos tipos de mensajes y caminos, el representado por Juan el Bautista, que no come ni bebe, y el representado por Jesús de Nazaret, que participa en los banquetes. El texto nos dice que la gente crítica tanto la figura de Juan Bautista diciendo que tiene un demonio porque es austero, y critican también a Jesús que come y bebe con normalidad, diciendo que es un comilón y un borracho. Las gentes de esa generación son como los niños que invitan a otros niños a unirse a la música y ni con música alegre ni con triste lo consiguen. Es decir, es gente disgustada que crítica todo y no quiere colaborar ni comprometerse con nadie.

Algo parecido nos puede pasar a nosotros o a nuestra generación, pues en ocasiones somos críticos con todo y con todos y después no movemos un dedo por hacer algo. Podemos criticar al Papa, los obispos e incluso a nuestros vecinos, por cualquier cosa, el caso es desacreditarles. Pero también, podemos hacer lo mismo cuando no nos interesa aceptar un mensaje, buscamos excusas para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo.

Pero nos puede pasar en la vida de cada día en nuestras relaciones interpersonales: pues si nos invitan a la alegría y a la fiesta mal, y si nos sugieren lamentos y duelo, pues peor. Parecemos aguafiestas, pues nos mostramos excesivamente caprichosos y nos cerramos a los demás, nos cuesta tener una actitud de aceptación y apertura a lo que nos ofrecen los demás.