Miércoles XXV Tiempo Ordinario

Escrito el 27/09/2023
Agustinos


Texto: Miguel G. de la Lastra,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».

Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.


El Reino es para libres

Les dio poder, y luego los envió. Estos días que empezamos con las ráfagas de frío en cualquier momento nos llega un resfriado. La enfermedad puede aparecer en cualquier momento en nuestra vida, quedarse todo lo que quiera y quitarnos la tranquilidad, la voz e incluso postrarnos en la cama. Si nos paramos un momento incluso nos resulta casi abusivo quejarnos de la enfermedad, como si fuera una característica del ser humano, como si estar sometido, estar atado, estar limitado fuera parte de la vida.

Cuando pensamos en todo lo que nos tiene atados, desde nuestras adicciones, nuestros vicios, nuestro carácter o nuestras enfermedades a las estructuras sociales que nos obligan a separar países ricos de países pobres, nuestras estructuras económicas que separan entre los que tienen y los que no tienen y van agrandando esa brecha; cuando nos damos contra estos muros surge en nosotros la falsa convicción de que las cosas son así y no pueden cambiar, que hay que resignarse. Nos sucede como con la enfermedad: “es lo que hay”.

El Reino es para libres, no para esclavos. Y si hablas, actúas, piensas según la enfermedad te dice, no eres libre. “Es esclavo quien sirve a cualquier amo” (Serm 53). El Reino anuncia un nuevo tipo de esclavitud, de servicio. Por eso los apóstoles del Reino son enviados libres. Libres ante la pobreza o los peligros, y por eso no llevan bolsa ni bastón. Libres ante la imagen externa, y por eso no necesitan una túnica de repuesto para cuando se manchen. Libres también ante la reacción de los otros. Si te reciben te quedas, si te rechazn te marchas. Sin que tengas que ser esclavo de la riqueza o de la fuerza. Sin estar obligado a asegurarte el dinero o la aceptación. Libre de todo salvo de Cristo, “libre del pecado y esclavo de la justicia” (In Io 41,1).

Y fueron de aldea en aldea, y por donde ellos pasaban, donde se anunciaba el Evangelio, ya no quedaba sitio para ninguna esclavitud; ni la esclavitud del pecado ni la esclavitud de la enfermedad