Domingo XXVII Tiempo Ordinario

Escrito el 08/10/2023
Agustinos


Texto: Javier Antolín, OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.

Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».

Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».

Y Jesús les dice:
«No habéis leído nunca en la Escritura:

“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».


Entregar a tiempo los frutos

 

El relato habla de unos labradores encargados por su señor a trabajar la viña. Llegado el tiempo de la vendimia sucede algo sorprendente, pues se niegan a entregar la cosecha, por lo que el señor no recogerá los frutos que espera. Podemos explicar esta parábola diciendo que Dios ha plantado y cuidado pacientemente la viña con mimo de jardinero y la deja, sin desentenderse de ella, en nuestras manos para que la cultivemos y obtengamos los frutos. En la parábola vemos como el amo de la viña se enfada pues los labradores no responden con frutos buenos, sino al contrario, con maldad, pues no solamente matan a primeros enviados, sino que incluso matan a su hijo, para quedarse con la viña.

La viña no es nuestra, somos siervos labradores a quienes el Señor ha encargado cuidar del campo y entregarle los frutos a su tiempo. Podemos estar agradecidos a Dios que nos ha elegido y dado ese encargo, pero no podemos olvidar la responsabilidad que eso supone, pues se insiste que debemos entregar los frutos a su tiempo.

Tenemos que preguntarnos si realmente en nuestras tareas pastorales nos sentimos enviados a realizar una misión en una viña que no nos pertenece. ¿Vivimos agradecidos por la confianza y elección que Dios nos ha dado? Nosotros somos también la viña del Señor por lo que tenemos que examinarnos si realmente estamos dando buenos frutos.

La parábola puede reflejar la situación del hombre actual que elimina a Dios de su horizonte, se olvida del dueño de la viña y cree que es libre para hacer lo que se le antoje.