Domingo XXX Tiempo Ordinario

Escrito el 29/10/2023
Agustinos


Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».


La clave es amar

Sostener “toda la Ley y los Profetas” es fundamentar la relación del hombre, de los hombres, con Dios.  Y para Jesús, claramente, ese fundamento es el AMOR. Es lo principal y primero. Amor a Dios y amor al prójimo. La revelación del Nuevo Testamento nos dirá en la 1ª Carta de san Juan que el mismo Dios es AMOR. Luego podemos dar muchas vueltas a otras cosas, pero esta es la clave: amar a Dios y amar al prójimo. Y sin ella, hecha vida, se oscurecen mucho los horizontes. Por eso, donde no hay amor se hace muy complicado siquiera intuir la presencia de Dios como lo que es: bien para el hombre.

Y para hacerlo vida, me parece que es clave que ambos mandamientos tengan en boca de Jesús una relación de semejanza; una correlación directa. Es como si fueran inseparables. Así lo vivió Jesús con todas sus consecuencias. En Él tenemos el modelo. Mirándole a Él, siguiendo sus pasos y haciendo propio e interiorizando su propuesta del Reino se disipan las sombras de duda sobre lo que pueda ser eso de “amar a Dios y al prójimo”.  Resuena mucho la parábola del Buen Samaritano y, sobre todo, nos alienta la contemplación vital de Cristo crucificado y resucitado.