Miércoles II de Cuaresma

Escrito el 28/02/2024
Agustinos


Texto:  Jesús Baños, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».

Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:
«Podemos».

Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».


La clave del evangelio es Jesús

Resulta extraño en el evangelio de hoy la petición de la madre de los Zebedeos… Resulta extraño porque Jesús acaba de hacer una declaración muy precisa sobre su agenda en el futuro más inmediato: vamos a Jerusalén donde me entregarán, seré condenado y crucificado, y al tercer día resucitaré. Puede que la madre de Santiago y Juan no estuviese presente cuando Jesús hizo este anuncio, o puede que se quedase solo con la última parte: la de “resucitaré”. Pero es extraño…

Por eso Jesús, después de la petición de aquella madre, que sin duda velaba por el futuro y bienestar de sus hijos – quería dejarlos bien colocaditos uno a la derecha y otro a la izquierda -, parece que se ve en la obligación de aclarar las cosas; porque no saben lo que piden. O más bien no saben lo que implica esa petición, lo que implica estar al lado de Jesús, cerquita de Jesús para siempre. Y se lo aclara, no ya a la madre (aunque imaginamos que también tomó nota), sino directamente a los dos hermanos preguntándoles hasta donde están dispuestos a llegar… y les habla de beber el cáliz que él va a beber; una alusión directa a seguirle en el sacrificio, en la donación total … Y parece que por sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda sí que están dispuestos. Los otros diez están en la misma onda porque se indignan contra Santiago y Juan. Intuimos que no porque se estuvieran equivocando en su planteamiento sino porque se les adelantaban en la carrera y podían quitarles el puesto.

Ni la madre ni los hijos, ni los otros discípulos, ni tantísimas veces nosotros, (así que no podamos se duros con los discípulos) han / hemos entendido el fondo del asunto… el fondo del mensaje y la propuesta de Jesús que implica directamente a sus seguidores y que sí, incluye la victoria de la resurrección, pero no sin pasar, necesariamente, por la entrega hasta el final. Entender o forzar el sentido del evangelio, del seguimiento y la cercanía a Jesús en clave de poder es falsearlo; tergiversarlo.

La clave del evangelio, bien entendido y vivido, es Jesús. Y su vida fue SERVICIO hasta el desgaste total: hasta “dar su vida en rescate por muchos”. La grandeza de los que se suman, de los que queremos sumarnos, a la propuesta de Jesús solo tiene sintonía de entrega y servicio. No suena a otra cosa.  Es el estilo del maestro. ¿Seremos discípulos?