Miércoles IV de Cuaresma

Escrito el 13/03/2024
Agustinos


Texto:  Javier Antolín, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».


Aceptar a Jesús para tener vida

  El pasaje de hoy es continuación del de ayer: la curación del paralítico en sábado. Jesús no solamente quebranta la ley al curar en sábado, sino que tiene una relación especial con Dios, se presenta obrando en nombre de Dios, su Padre. Jesús ha sido enviado por Dios a comunicar vida, a curar, a resucitar. Jesús no solamente ha curado al paralítico, sino que sigue curando y salvando.

  El Evangelio nos invita a que aceptemos a su Hijo si queremos tener vida. Dios ha enviado a su Hijo, es un don, una gracia, pero al mismo tiempo el aceptar o rechazar al Hijo es un juicio. Hay una unidad entre el Padre y el Hijo que lleva adelante la misión recibida del Padre de dar vida y quien cree en el Hijo tiene la vida eterna, la misma vida de Dios.

  ¿Creemos de verdad que Jesús puede comunicarnos la vida divina? No podemos olvidar que la Cuaresma es preparación para la Pascua. Jesús es el que da vida, el que salva. Prepararnos a celebrar la Pascua es incorporar nuestra vida a la de Cristo y, por tanto, dejar que su Espíritu nos comunique la vida en plenitud. Tenemos que preguntarnos si creemos de verdad en él ¿por qué vivimos como adormecidos o aletargados? Pues el que cree en el enviado del Padre posee la vida eterna y ha pasado de la muerte a la vida. La fe en Cristo es un anticipo de la Pascua, donde renovaremos nuestra fe en Cristo que ha muerto y resucitado y nos ha dado una nueva vida.

  Si vivimos en comunión con él, también podemos comunicar a otros su vida y su esperanza, curaremos enfermos y animaremos a los decaídos y apesadumbrados. Hemos recibido la fe y tenemos que seguir sembrando la luz y la esperanza a tantas situaciones de oscuridad y de muerte en nuestro mundo: la violencia, la injusticia y el sinsentido. Y también las oscuridades de nuestra propia vida: la envidia, el egoísmo y la indiferencia.