Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
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Ver es vivir
Estamos en el V domingo de cuaresma. El evangelio nos ayuda a vislumbrar la cercanía del momento álgido de la misión de Jesús… Tenemos que estar atentos para no ser meros espectadores del misterio de la cruz y la resurrección. No se trata de mirar, si no de ver: “Queremos ver a Jesús”. Nosotros … ¿queremos? Hoy la invitación puede ser esta: de ser “mirones” a ser “vividores”; de los que lo viven.
Mirar no deja huella. Ver, sí; porque implica interiorizar, de alguna manera hacer nuestro lo que vemos.
Cuando Felipe y Andrés le hablan a Jesús del deseo de aquellos griegos que habían venido a la fiesta, Jesús no les dice: “Pues que vengan y miren” … No. Les habla y nos habla del grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto y no quedar infecundo… Les habla, y nos habla, de aborrecerse a sí mismo, de seguirle… ¡de servir! Y de la hora de la gloria y de ser elevado sobre la tierra para atraer a todos. Y el mismo evangelista apuntilla: “Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir”
Ver a Jesús, participar de todo su misterio redentor, de su amor generoso hasta el final, es incorporar a la propia vida la dinámica del grano de trigo - que se entrega para dar fruto -, la dinámica del servicio siguiendo los pasos del Señor, la dinámica de la cruz. Ahí está la gloria, ahí está la vida. Vida nueva. Así, VER ES VIVIR.