Solemnidad de la Santísima Trinidad

Escrito el 26/05/2024
Agustinos


Texto:  Jesús Baños, OSA
Música: Child dreams.  Keys of moon

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Amor, gracia y comunión

Nuestro Dios es Trinidad.  Es lo que celebramos en la solemnidad de este domingo. Nuestro Dios es relación, comunión, unidad en la diversidad. En ese “humus” se nos regala la fe y es también en esa dinámica trinitaria como la fe se desarrolla y se trasmite.

Nos hacemos discípulos y hacemos discípulos, siguiendo el mandato de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amor, gracia y comunión que permanecen con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Esta garantía que nos da Jesús elimina los miedos y dudas que pueden asaltarnos cuando tratamos de seguir sus pasos y hacemos del evangelio el norte de nuestra vida.

Jesús nos deja el mandato de hacer discípulos, no correligionarios. Y nos pide hacerlo en el nombre de la Trinidad porque solo una fe trinitaria es una fe completa. Es un mandato misionero que nos afecta a todos. Y es curioso que, en este contexto de envío, de salida, en la Iglesia española celebremos la jornada “Pro Orantibus” en la que recordamos con gratitud en nuestra oración a aquellos que se han consagrado enteramente a vivir a la luz del misterio eterno. Las monjas y monjes contemplativos.  Lo hacemos con este lema: «Contemplando tu rostro, aprendemos a decir: “¡Hágase tu voluntad!”».

No podemos anunciar, no podemos ser misioneros, si primero no experimentamos la voluntad de Dios en cada uno de nosotros. Nos confiamos a la oración de los contemplativos para vivir con ellos el amor, la gracia y la comunión de nuestro Dios trinitario.