Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

Escrito el 20/10/2024
Agustinos

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Texto:  José María Martín, OSA
Música: K. Mc Leod. A very brady special

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».

Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».

Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».

Contestaron:
«Podemos».

Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

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Todos estamos llamados a servir

 ¿Quiénes son los más grandes para Dios?  Dentro de poco, al acercarse el final del año, las revistas comienzan a hacer sus listas de las personas más célebres. Entre estos estarán los ricos, los famosos, los “influencers” y los políticos más poderosos del mundo. El niño que pasa hambre en el Congo no estará en la lista, ni la madre anciana a quien sus hijos han olvidado. El más pequeño, el más débil y el más vulnerable entre nosotros nunca estará en esas listas. Pero ellos estarán en la lista de Cristo entre los más benditos en el Reino de los cielos. ¡Benditos los pobres, los que sufren, los desheredados y los rechazados! ¡Y bendito tú que los has defendido! El que quiera ser grande, debe servirles y el que quiera ser el primero, debe ser el esclavo de todos. Eso dice el Hijo del Hombre que "no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida por la salvación de muchos." Y esa es la única lista que realmente importa.

Jesús ha venido a dar su vida por todos. Tenemos que ser testigos del amor de Dios, que nos hace ser servidores de los demás. La autoridad, según Jesucristo, es para servir a los hermanos. Los apóstoles querían privilegios para el futuro. Pobres de nosotros si en el presente no descubrimos que el darnos a los hermanos, a ejemplo de Jesús, es nuestra mejor recompensa, nuestro mejor reconocimiento.

 El lema del Domund de este año nos dice: “Id e invitad a todos al banquete”. Se trata del mismo mandato misionero, con el matiz del banquete de bodas. Ir a todos, que nadie se sienta excluido. Se trata de invitar, no de forzar ni engañar, puesto que la fe no se impone, sino que se propone con el propio testimonio de vida y con la predicación.  El mandato misionero sigue vigente hoy y se convierte en una urgencia de todo cristiano. Es necesario el entusiasmo, es necesario quien esté dispuesto a gastar su vida en esta tarea. Toda persona está invitada a entrar en esa intimidad de amor a la que Cristo invita, abriéndonos su corazón para comunicarnos sus dones.