Miércoles XXIII del Tiempo Ordinario

Escrito el 10/09/2025
Agustinos


Texto: Javier Antolín, OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados!, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


Una propuesta diferente

Acabamos de leer las Bienaventuranzas que se puede considerar como la página central y resumen de todo el Evangelio. Hemos escuchado la versión lucana que se distingue de la de Mateo pues se contraponen los bienaventurados a los desventurados o desdichados. Y se pueden resumir en dos grupos: bienaventurados son los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son odiados o perseguidos. El evangelista insiste en que estos son los que están sufriendo por la pobreza, el hambre, el dolor o el odio en estos momentos, es decir, todos participan de la misma condición, los pobres son los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos, pues bien, nos dice que Dios está de su parte, que de ellos es el Reino de Dios.

Por otro lado, tenemos a los desventurados: los ricos, los hartos, los que ríen y los que son alabados por la gente. Nos damos cuenta que los ricos, los hartos, los que ríen y reciben halagos, es decir, son todos los que disfrutan aquí y ahora, el evangelista se lamenta por su suerte y les advierte que tengan cuidado: ¡Ay de vosotros!; y a todos ellos les hace una misteriosa advertencia, ya que lo mismo hicieron vuestros padres con los falsos profetas.  

La propuesta de Jesús a sus discípulos es la bienaventuranza, la dicha, el camino del Evangelio es el camino de la felicidad, y Jesús de Nazaret es el primer bienaventurado pues vivió la pobreza, lloró y fue perseguido, por eso puede proponernos ese mismo itinerario a los discípulos de hoy en día, encontrar la felicidad en medio de la pobreza y situaciones difíciles.

No parece que esta propuesta cristiana siga los parámetros de nuestra sociedad donde son felices los ricos, los que están hartos, los que ríen y a los que la gente ensalza o elogia. La enseñanza de Jesús es paradójica, pues no sigue los gustos y criterios de este mundo. En nuestra sociedad se felicita a los ricos, los que tienen éxito y son aplaudidos. En fin, la propuesta de Jesús de Nazaret es diferente pues el camino que conduce a la felicidad plena es el camino de la pobreza y el rechazo.  

¿Dónde estamos nosotros? ¿Somos felices en la pobreza, en el llanto, en el hambre y, en la incomprensión y el rechazo por causa del Evangelio?