Reflexión agustiniana

Escrito el 11/09/2021
Agustinos


¡Cuídala!

El cuidar y el cuidado son realidades de una rabiosa actualidad. Por ejemplo, el cuidado es visto por algunos como el factor más importante de la totalidad de la vida moral, que nos puede dar ya una idea de la amplitud de aspectos que abarca. ¿Por qué esto? Porque la ética del cuidado puede facilitar la construcción de nuevas teorías éticas que contemplan la compasión, la amistad, la confianza y las emociones morales. Una moral basada en el cuidado y la preocupación tiene hoy mucho margen de mejora.

El Papa nos invita a la conversión ecológica, que implica, entre otras cosas, actitudes como el cuidado amoroso y la gratuidad y que da como fruto una comunión universal: “Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En primer lugar, implica gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos, aunque nadie los vea o los reconozca… También implica la amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal” (Laudato sí nº 220). Fomentar una espiritualidad del cuidado es una manera de ser, de hacer y de relacionarnos con los otros, y con todo el universo. Por ejemplo, cuidar la vida no solo hace referencia a la propia, sino también a la de los otros con los que cooperamos y caminamos juntos

Pero nuestra pretensión hoy es más humilde. Sólo queremos encuadrar el lema pastoral que tiene Nuestra Provincia agustiniana de España: CUIDALA, e intentar espigar en las obras de san Agustín algunas perlas que nos orienten y ayuden precisamente para llevarlo a la práctica.

* Agustín, hablando de Posidio, le dice a Memorio: “Ha sido una pena y una fatalidad que Posidio, mi santo amigo y colega, en quien hallarás no poco de mi persona, no te haya conocido o te haya conocido sin llevarte una carta mía, ya que tanto me amas. Porque él está educado, no por aquellas disciplinas que los esclavos de los apetitos llaman liberales, sino por mi cuidado; está nutrido con el pan del Señor, hasta donde yo pude saturarle dentro de mis estrecheces” (Carta 101, 1). Siempre ha intentado Agustín formar a cada persona, es decir, cuidar a cada uno con mimo, alimentarle y nutrirle con los mejores manjares que tenía a su alcance.