Historia y personajes

Escrito el 09/06/2022
Agustinos


P. Miguel de la Pinta Llorente

El P. Miguel de la Pinta Llorente fue un destacado historiador agustino, cuyo campo de investigación y publicaciones versó sobre La Inquisición Española y la Leyenda Negra, siendo uno de los pioneros en esos estudios, a los que dedicó la mayor parte de su vida. Este agustino nació en Valladolid en 1906 y estudió las primeras letras en la escuela pública situada cerca de la plaza de España de su ciudad. En 1918 entró en el colegio apostólico de Valencia de D. Juan, pasando después al colegio de los padres agustinos de Valladolid, donde realiza el noviciado profesa en agosto de 1922. De ahí pasó al monasterio de La Vid y profesó de votos solemnes 1927, además de cursar los estudios eclesiásticos. Destinado al monasterio de El Escorial, terminó sus estudios y fue ordenado de sacerdote en 1929 por el obispo de Huesca, el agustino Fr. Mateo Colom.

Desde los primeros momentos comienza a publicar ensayos y crónicas en las revista Archivo Agustiniano y Religión y Cultura. La calidad de sus escritos hizo que fuera destinado a la residencia de Madrid en 1931, formando parte de los redactores de las revistas agustinas. El 19 de julio de 1936 un numeroso grupo de milicianos rodearon la residencia, la iglesia y el convento de las agustinas de la calle Goya en Madrid. El P. Miguel de la Pinta pudo salir de la casa informando a los asaltantes que estaba de visita, refugiándose en casas particulares durante toda la guerra, aunque marchó con la tristeza de ver como un miliciano asesinaba al P. Mariano Cil en la misma puerta de la casa.

Terminada la guerra civil volvió a la casa de Madrid, donde permanecerá hasta sus últimos días. Fueron años de gran riqueza investigadora, pasando la mayoría del tiempo en el Archivo Histórico Nacional y en la Biblioteca Nacional y publicando sus investigaciones en la revista Archivo Agustiniano. Cuando apenas se había comenzado a estudiar la documentación original de la Inquisición, el P. Miguel de la Pinta hizo públicos los procesos inquisitoriales de los profesores hebraístas de Salamanca, con Fr. Luis de León a la cabeza y más tarde de Fr. Alonso Gudiel. Durante muchos años pocos investigadores se dedicaron a documentar las opiniones sobre la Inquisición como él, y habrá que esperar a los años setenta para que se produzca una eclosión de estudios sobre el tema. A ello contribuyeron las investigaciones de varios hispanistas extranjeros y sobre todos la obra de H. Kamen, B. Benassar y J. Pérez.

Los primeros ensayos se publicaron entre 1931 y 1935 y se dedicó a transcribir y comentar los procesos inquisitoriales contra los catedráticos hebraístas de la universidad de Salamanca: Gaspar de Grajar, Martínez de Cantalapiedra y Fr. Luis de León. En 1941 siguió con los procesos abiertos a Francisco Sánchez de Borza y al biblista agustino Fr. Alonso Gudiel. A estos primeros libros les siguieron unos 20 más, como “Erudición y Humanismo” y “La Inquisición española”, publicados en 1948. En sus últimos años siguió escribiendo sobre las mismas cuestiones y sus dos últimos libros fueron “Los caballeritos de Azcoitia” y “Humismo e Inquisición”, impresa en 1979. Entre los más de cincuenta artículos, unos diez están dedicados a Fr. Luis de León y algunos para contestar a otros autores, ya que mantuvo correspondencia con historiadores españoles y extranjeros. Aunque puede ser criticado en algunos puntos, fruto de su amor por España, nadie puede dudar de la base documental en que inspiró y lo riguroso que fue con los documentos estudiados.

Cuando publicó su última obra “Humanismo e Inquisición” el prólogo fue redactado por José Juan Cadenas, presidente de la Sociedad de Autores Españoles, dice del P. Miguel de la Pinta que “es el primer inquisitorialista, y nadie conoce como él los secretos de la Inquisición española y americana… que oscuramente trabaja y rinde las mejores batallas contra la leyenda negra”. Otro de los aspectos más destacados en toda su obra es el manejo del lenguaje, culto, polemista, espontáneo y delicioso de escuchar. Valgan las palabras que dedicó a su compañero el P. Martínez Vélez “En la bárbara sangría española cayó tronchada la vida de este hombre bueno, esclarecido por las virtudes más relevantes del clericato español de los mejores tiempos”.

La revista de Altos Estudios de París, al hablar del P. Miguel de la Pinta le consideraba entre los principales investigadores y escritores de su época. Por sus muchos méritos alcanzados en la investigación histórica, el presidente de Francia Charles de Gaulle le condecoró en 1962 con la Orden de las Palmas Académicas de Francia. Mantuvo correspondencia con otros investigadores y publicó algunos escritos en colaboración con ellos, como hizo con D. Antonio Tovar. También fue colaborador asiduo del periódico ABC, donde publicó varias crónicas sobre temas inquisitoriales.

El P. Miguel de la Pinta era una persona extrovertida, al que le agradaba el encuentro con sus hermanos de hábito. En parte debido a su vida retirada en los archivos, cuando se encontraba en grupo era una persona efusiva, habladora, al que daba gusto escuchar, por su dicción y erudición enorme, así como su talante siempre positivo, en realidad se estaba escuchando a un sabio.

 Fr. Ricardo Paniagua