Reflexión agustiniana

Escrito el 25/06/2022
Agustinos


¿Volver a San Agustín? ¿Por qué?

San Agustín. ¿Dónde radica su perenne actualidad?  ¿Por qué se le ha llamado “el primer hombre moderno”? Fundamentalmente por su visión integradora del hombre. En Agustín encontramos el esquema antropológico del Vaticano II, de inspiración bíblico-patrística. El hombre está constituido “señor” del mundo y está llamado a ejercer su “señorío” sobre todas las cosas y los acontecimientos. Nada ni nadie le puede arrebatar su protagonismo en la historia y en el mundo, ni la responsabilidad de su propio destino. 

En el corazón y urdimbre de las mismas relaciones humanas sitúa la vida de Dios en el hombre y en el mundo. Nos ofrece una visión dinámica del hombre en crecimiento continuado. La gracia para san Agustín es un auxilio, un don permanente que otorga Dios en ese proceso constante de hominización y “deificación” del hombre. Crece el hombre, se perfecciona, se construye a sí mismo, en la medida que se relaciona, se deja habitar por Dios, por los hombres en el mundo.

La gracia no queda, así como sucedáneo o añadidura, a la que se acude en momentos difíciles o de riesgo, sino como vida que construye, dignifica, santifica, dinamiza uniendo, congregando, amando, liberando. Este enfoque y visión del hombre y de la gracia en toda su dimensión existencial y dinámica, suscita el proceso de la interioridad, que es gracia, don y tarea, y regula y dinamiza las relaciones del hombre con Dios (La Trinidad), del hombre con el hombre (Confesiones) y del hombre con el mundo social, económico y político (La ciudad de Dios).

San Agustín, en su tiempo, fue maestro de la interioridad en esa dimensión profunda en el ser y en el amor, y en la hondura contemplativa de la vivencia de Dios en el hombre y en el mundo.

Entonces, si contemplamos a Agustín y al hombre o mujer en sus dimensiones de interioridad, de trascendencia, de fraternidad y de amistad, enseguida descubrimos al obispo de Hipona como maestro y testigo para el ser humano de nuestro tiempo. Hoy estamos marcados más por la civilización del tener y el consumir, que por la del ser y la del amor. La crisis de la sociedad postindustrial se refleja en esa separación nefasta entre conducta económica y conducta ética. Y, por tanto, más que de crisis económica, se trata de una crisis de valores, de motivos, de razones para vivir; hoy muchos tienen medios para vivir, pero carecen de motivos para existir.

Nicolás Castellanos, San Agustín: pastor desde la fraternidad. En Publicaciones FAE. Colección Espiritualidad agustiniana