Convento de San Agustín de Agreda
En la villa soriana de Agreda se encontraba el convento-colegio de San Agustín. Como ha sucedido en otros lugares, la fundación se hizo con el apoyo del obispo de Tarazona, algunas familias destacadas y el mismo concejo de la villa. En 1557 el Ayuntamiento de Ágreda se dirigió al prior del convento de San Agustín de Soria P. Diego de Montoya, para que solicitara al prior provincial fundar un monasterio en la villa, que fue autorizado por D. Juan González de Munébrega, obispo de Tarazona. La familia Fuenmayor y los Castejón se comprometieron a entregar sustanciales aportaciones para comenzar las obras. Pero el mayor e insigne benefactor fue el mismo obispo de Tarazona, que dio varios miles de escudos para las obras, pero su temprana muerte hizo que fallaran las amplias donaciones previstas
El templo se terminó hacia 1624, aunque seguían las obras de colegio-convento. El tempo es hoy la parroquia principal de la población y es grandioso en su tamaño, con unos 24 metros de alto, de una amplia nave y de cruz latina. La puerta es de arco de medio punto con columnas adosadas sobre pedestales y un frontón abierto. En la esquina del elevado frontis de la fachada hay dos torres iguales y en el centro una espadaña. La iglesia está dedicada a Nuestra Señora de los Milagros, patrona de Ágreda. Para esta magnífica obra fue fundamental la aportación de la marquesa de Falces, de los Fuenmayor, que está enterrada en ella y que también sufragó varias cátedras. Al lado de la iglesia se construyó el monasterio, del que se conservan sus ruinas.
El ayuntamiento que fue su promotor solía ir en corporación al templo el Día de Año Nuevo, San Marcos y San Nicolás de Bari. También había diversas celebraciones muy populares, como la fiesta de San José, Semana Santa, Santa Rita, San Agustín, a la que acudían los franciscanos, y Santo Tomás de Villanueva. En el convento había cátedra de Artes (Filosofía) y un Maestro de Gramática. Estas cátedras se instituyeron para estudiantes seculares, no religiosos. Cuando profesaba alguno se le enviaba a estudiar a otros colegios de la orden. También se explicaba Teología moral para seglares. Conocemos un agustino destacado que llevó esta cátedra, que es Fr. Gaspar de Melo, que después será catedrático de la universidad de Valladolid. A estas cátedras acudían clérigos y seglares de la región y se afirma que el colegio estaba agregado a la universidad de Huesca.
En 1809 el convento fue cerrado por los decretos del gobierno de José Bonaparte, igual que los del resto de España. En plena Guerra de la Independencia los soldados españoles ocuparon el convento, quedando muy perjudicado, ya que instalaron allí soldados de Artillería. Por fin, en 1814 pudieron volver al convento los agustinos, aunque estaba casi en ruinas. Desde 1805 se llevaron a cabo obras de restauración hasta 1818, pero en el Trienio Liberal de 1820 fue otra vez cerrado, por no reunir un número suficiente de frailes. En 1823 volvieron los agustinos al convento, pero en 1835 se decretó la desamortización y venta del convento y sus propiedades.
Esta casa era una de las más pequeñas de la Provincia de Castilla, pero realizó una gran labor cultural en su entorno, impartiendo clases de Gramática, Filosofía, Moral y Teología a sacerdotes de la región y a jóvenes que aspiraban a realizar estudios. En este convento también hubo noviciado y vivieron en sus claustros entre 12 y 15 religiosos. Entre sus miembros hay que destacar a Fr. Gaspar de Melo, Gabriel de Montoya y Pedro Malón de Echaide que permaneció de 1563 a 1569 en el convento de esta villa y de donde pasó al de Burgos, Fr. Miguel García Serrano se fue de misionero a Filipinas y más tarde fue elegido arzobispo de Manila. También residió en esta casa Fr. Francisco de Castañeda, maestro de novicios, confesor y capellán del convento de agustinas recoletas y el venerable Fr. Jerónimo de Alaviano.
El año 1964 el P. Rafael García, nacido en Ágreda publicó unos amplios artículos sobre el convento agustino de esta villa.
“Recuerdos y presencia de los agustinos en Ágreda”
Arch. Agustiniano 1964, 58, número 1 y 2
P. Rafael García ORSA
Fr. Ricardo Paniagua