Píldoras de San Agustín

Escrito el 05/02/2024
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Espero y deseo que bien, de cuerpo y de alma. Sí, de ambas cosas, pues van juntas y se influyen una en otra. 

Te pregunto por ambas cosas porque, en cuanto al cuerpo, hoy está bien y mañana, quien sabe, puede ser que esté enfermo o que haya fallecido.

Esto viene a cuento porque hace unos pocos días ha muerto, de repente, una persona muy cercana, de eso que dices “pues si ayer estaba hablando con ella”.

Está claro que, en cuanto a nuestro ser corporal, material, no podemos saber cuánto va a durar, cómo le va a ir, qué enfermedades va a tener, cuándo y de qué va a morir. Pero esto no quiere decir que no lo cuidemos, pues es obra de Dios.

Ahora bien, en cuanto al alma, al espíritu, ahí sí que nuestra influencia es mayor, casi diríamos que definitiva. De la forma de entender, sentir y actuar en la vida va a depender si nuestro espíritu está plenamente vivo, o enfermo o muerto. Como se suele decir ahora: «tú mismo».   

Hoy, San Agustín nos recuerda que la vida corporal es frágil y, por eso, las decisiones para el bien del alma no hay que dejarlas para mañana.

 “Entonces no digas: «mañana me convertiré, mañana satisfaceré a Dios y todo lo que he hecho hoy y ayer me será perdonado». Lo que dices es verdad: Dios ha prometido el perdón si tú vuelves a él. Pero lo que no ha prometido es si tú vas a tener un mañana para tu conversión”.

(Encarnaciones sobre el salmo 144, 11)

Oración:

“Ven Señor y actúa. Despiértanos y renuévanos; enciéndenos y llévanos fuera; resplandece delante de nosotros y sé bueno con nosotros. Amémonos y corramos hacia ti.

(Confesiones 8, 4)