Sabías que…

Escrito el 08/03/2024
Agustinos


 

"Toma y Lee (II)"

 

Hemos dejado a Agustín en el huerto de la casa en que se encuentra. Muy cerca, a su lado, a su lado está su amigo Alipio, que no quiere dejarlo solo en estos momentos de crisis existencial por la que está pasando.   

Agustín se tumba debajo de una higuera y da rienda suelta a sus lágrimas. Lanza gritos lastimeros preguntándose ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo voy a seguir diciendo mañana, mañana? ¿Por qué no ahora mismo? ¿Por qué no poner fin ahora mismo a mis torpezas?

El momento es decisivo. Agustín está a punto de romper todos los lazos y arrojarse en las manos de Dios. El mismo cuenta que, estando en esa situación de dolor emocional, oye una voz procedente de la casa de al lado, una voz que dice cantando y repite a modo de estribillo: “Toma y lee! ¡Toma y lee!”.

Entiende Agustín que estas palabras provienen de Dios que le pide que tome la Biblia y la abra. Así lo hace y lee en silencio el primer texto que le viene a los ojos, y que dice: “Nada de comilonas ni borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos, más bien, del señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias”.

Al concluir la lectura de este pasaje de la carta de San Pablo a los Romanos, siente Agustín como si una luz de seguridad se hubiera derramado en su corazón.

Seguidamente le cuenta a Alipio lo ocurrido y, juntos, se van a ver a la madre de Agustín, Mónica, para decirle todo lo acontecido en el huerto. Ella los escucha con gran gozo y emoción, pues toda su vida había estado esperando este momento.

Esta escena que les acabo de contar ocurre a finales de julio o primeros de agostos del año 386. A Agustín le faltan pocos meses para cumplir sus 32 años. A partir de ahora, una nueva etapa, totalmente distinta, va a comenzar en la vida de Agustín.

Pero esto será para el próximo día.