Píldoras de San Agustín

Escrito el 01/04/2024
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Cristo ha resucitado ¡Aleluya! Los cincuenta días que discurren desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés, de la llegada del Espíritu Santo, se tienen que celebrar con alegría, como si se tratara de un solo y único día festivo, más aún, como «un gran domingo», decía San Atanasio.

Y es que, la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que se ha recordado de una forma especial en la Semana Santa que acaba de concluir, marca un antes y un después en la vida de cada persona, de toda la humanidad.

Que Jesús ha vencido a la muerte es la única y gran noticia que se necesita. A partir de ahí todo es posible. El dolor, el sufrimiento, la violencia, el temor, el miedo, la misma muerte ya no tienen la última palabra en el día a día del mundo.

El amor incondicional de Dios hacia cada uno de los seres humanos, manifestado en las palabras y acciones de Jesús, tiene su confirmación, su demostración, en la resurrección, en la vida que supera la muerte. 

Porque al temor, al miedo, solo lo puede el amor, la vida. Así nos lo indica San Agustín:

“Pedro negó tres veces a Cristo por miedo a morir. Ahora bien, gracias a la resurrección, Cristo ha vencido el miedo de la muerte. Y precisamente porque ha vencido el miedo de la muerte, preguntó a Pedro si lo amaba. El miedo había renegado de Cristo. Tres veces el amor lo reconoció. Una triple traición, el abandono de la verdad, una triple confesión, el testimonio del amor”

(Sermones 147, 3)

Oración:

“Me vuelvo a ti, Señor mi Dios, mi Gracia, mi Creador. No olvidaste a quien te había olvidado”.

(Enarraciones sobre el salmo 21, 23)