"Opción preferencial por los pobres"
San Agustín confiesa conmoverse en gran manera por la lectura del evangelio de Mateo, en el capítulo 25, versículos 31 al 46 (Mt. 25, 31-46): “porque tuve hambre y me disteis de comer…” . Por lo que afirma San Agustín que damos a Cristo lo que damos a los pobres, y que lo que negamos a los pobres a Cristo se lo negamos.
Siguiendo el ejemplo de San Agustín, los religiosos agustinos tienen que dar un testimonio coherente y profético de la opción preferencial por los pobres, imitando a Cristo con total empeño (cf. 1Co 11,1), solidarizándose con los que sufren la pobreza material y, por lo tanto, se ven obligados a vivir al margen de la sociedad.
Esta opción profética les exige a los agustinos examinar su estilo de vida y tomar decisiones prácticas sobre los bienes de que disponen, y manifestar así una concreta solidaridad con las víctimas de la injusticia, que nace de estructuras sociales de pecado.
La opción preferencial por los pobres y las decisiones que implica, deben incluir a la multitud ingente de los que padecen hambre y miseria, a los que carecen de alojamiento o de asistencia médica, y, sobre todo, a los que están privados de toda esperanza de una vida mejor.
Los agustinos no pueden ignorar su existencia; en otro caso, serán semejantes a aquel hombre rico de la parábola, que fingía ignorar al pobre Lázaro, quien, sin embargo, yacía todos los días a la puerta de su casa (cf. Lc16,19-31).
(Constituciones 73)