Hola, qué tal, cómo estás.
Hemos concluido la Semana Santa. Y, esta primera semana que comenzó el pasado Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, se conoce como la Octava de Pascua, que termina el sábado 23 de abril.
Ahora bien, la celebrando de la Pascua continua hasta el Domingo de Pentecostés, día en que se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles (cf. Hch 2,1-4), el comienzo de la Iglesia y el inicio de su misión a todo pueblo y nación.
Son cincuenta días desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés, y que han de ser celebrados con alegría y exaltación, como si se tratase de un solo y único día festivo. Sí, alegría porque Cristo, con su Resurrección, nos ha ayudado a entrever la vida futura.
Y, precisamente de esto, nos va a hablar San Agustín en un pequeño mensaje que lo hemos titulado: “La Resurrección de Cristo”.
“Debes saber que nuestra fe está reforzada por la resurrección de Cristo. La pasión de Cristo representa la pobreza de nuestra vida, mientas la resurrección nos permite entrever la gloria de la vida futura. Haz que nos empeñemos en esta vida y que esperemos en la futura. Este es el lugar de la lucha dolorosa; luego vendrá la recompensa. Quien es perezoso en el empeño, será un desvergonzado si espera una recompensa”.
(Sermones 233,1)
Oración
¡Oh muerte, cuando aferraste a mi Señor, tuviste que dejar marchar tu presa sobre mí!
(Sermones 233,5)