Hola, qué tal, cómo estás.
Iniciamos la cuarta semana del mes de mayo, tiempo dedicado de forma especial a nuestra madre María y al rezo del rosario. Pero, también, seguimos con el tiempo de Pascua, en concreto, con la sexta semana de Pascua.
Esta semana litúrgica, que ha comenzado el domingo, hemos escuchado en las eucaristías que Jesús dice a sus discípulos “la paz os dejo, mi paz os doy”. La pregunta que nos podemos hacer es ¿y qué hemos hecho con esa paz que nos ha dado? Porque, solamente hay que mirar nuestra propia vida o la del resto de la humanidad, para ver que la paz brilla por su ausencia.
Seguro que muchos de los que leéis o escucháis este pequeño espacio, estaréis pensando que eso de la paz es algo que solo pueden experimentar o construir las personas perfectas, santas, pero, nosotros, no lo somos. Y, si bien esto es cierto, que no somos perfectos, san Agustín nos invita a no cansarnos de intentarlo.
Escuchemos este breve texto del santo titulado “No te canses jamás de intentarlo”.
“Puedes estar seguro que no podrás jamás ser perfecto en este mundo, si no te das cuenta que es imposible ser perfecto aquí. Tu fin en la vida, por tanto, debería ser éste: busca siempre hacer lo mejor posible, para que puedas lograr la perfección. No te canses nunca de intentar, pues siempre hay posibilidad de mejorar.”
(Enarraciones sobre el salmo33, 14)
Oración
“¿De qué manera te busco, Señor? Pues cuando te busco, es la felicidad lo que busco. Haz que te busque, para que viva mi alma. Así como mi cuerpo vive por mi alma, mi alma vive gracias a ti.
(Confesiones 10, 20)