Arco iris en la arena
“Si Dios no te ayuda, si te abandona, da por segura tu derrota. Para que Él pueda ayudarte, reconoce primero lo que necesitas y repite después, con verdadero espíritu: no nos dejes caer en la tentación” (Serm. 57, 9)
¿Fueron largas tus cuarenta jornadas
vividas en soledad y silencio?
Te tentó el orgullo, el hambre, la gloria…
¿Tuviste, acaso, miedo?
¿De dónde, dime, sacabas las fuerzas
cuando no conversabas con amigos?
¿Eran la arena, la brisa y el sol
tu maná nutritivo?
Viviste la experiencia del tuareg
vagando de aquí para allá por el desierto;
mas tu proyecto, claro y bien trazado,
heraldo fue del Huerto.
Tú que fuiste mordido por el hambre,
en la Cena tu cuerpo diste en pan;
rechazando la gloria eres ejemplo
de los hijos de Adán.
¿Podré seguirte yo por tu camino
desechando las ofertas que en la vida,
revestidas de gozo y de colores,
me están diciendo: “mira”?
Nazario Lucas Alonso