Hola, qué tal, cómo estás.
Esta semana celebramos el día de todos los santos y el día de todos los difuntos. En ambos casos, estamos hablando de personas fallecidas.
Los santos, son las personas que la Iglesia considera que fueron creyentes en Dios y amaron a los demás, siguiendo las huellas de Jesús. En algunos casos, hasta les quitaron la vida de forma violenta por defender la fe o a los demás. Por eso, los santos gozan ya de la plenitud de Dios y, para nosotros, son un ejemplo de vida.
En el día de todos los difuntos, recordamos a nuestros familiares, amigos, conocidos, que ya han fallecido, pero que no han sido declarados oficialmente santos. Por esta razón, creemos que necesitan de nuestra oración para ir avanzando hacia la gloria celestial del encuentro pleno con Dios.
En este sentido, San Agustín nos invita a mirar la muerte con fe, sin miedo. Escuchemos sus palabras:
“Dice la Escritura: “la muerte de sus fieles es preciosa a los ojos del Señor”. Debemos mirar al misterio de la muerte con los ojos de la fe para creer lo que no se ve y para soportar con fuerza de ánimo las injusticias a las que nos someten. Naturalmente, que no está en nuestras manos el poder decidir cómo debe llegar nuestra muerte. De todas maneras, podemos decidir cómo vivir para poder morir sin miedo”
(Sermones 306, 2)
Oración
Oh muerte, cuando aferraste a mi Señor, abandonaste tu presa en mí.
(Sermones 233, 5)