Hola, qué tal, cómo estás.
Comenzamos la tercera semana del tiempo litúrgico de Adviento para los cristianos. Son unas semanas de preparación para celebrar las fiestas de la Navidad, del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Y es que el nacimiento de Jesús no ha sido cualquier cosa. No solo para los creyentes, sino para todos los hombre y mujeres del mundo. Al igual que decimos que con el COVI hay un antes y un después en la forma de vivir, de relacionarnos, de estar unos al lado de los otros. Del mismo modo decimos que con Jesús hay un antes y un después en la humanidad.
Porque en Jesús, Dios se hace humilde por amor hacia nosotros, para que nosotros aprendamos a no ser orgullosos, a buscar el querer de Dios y no el nuestro propio.
San Agustín nos invita a conocernos para ser realmente humildes:
“Si no eres otra cosa que un hombre por qué eres tan orgulloso? ¡Dios se hace humilde por amor tuyo! Tú que te avergonzarías de imitar a un hombre humilde, al menos imita a un humilde Dios. El Hijo de Dios ha venido como hombre y se ha hecho humilde. Toda la humildad consiste en conocerte a ti mismo. El orgullo hace el propio querer; la humildad hace el querer de Dios”.
(Comentario al Evangelio de S. Juan 2, 16)
Oración
“Oh Cristo, tú llegas en humildad. Sácianos de tu amor; tus seguidores han alabado tu humildad en todo el mundo”.
(Enarraciones sobre el salmo 53, 4)