Música: Gregoire Lourne, Africa the Cradle of life
La Palabra se hizo carne
Dirijamos un momento a esto nuestros oídos y nuestra atención por si tal vez somos capaces de decir algo adecuado y digno referente, no al hecho de que en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios, sino al hecho de que la Palabra se hizo carne. Quizá podamos decir el motivo por el que habitó entre nosotros; quizá pueda ser decible allí donde quiso ser visible. Pues por esto celebramos también este día en que se dignó nacer de una virgen, nacimiento propio que él hizo que de algún modo narrasen autores humanos. Mas ¿quién narrará su nacimiento, es decir, el que tuvo lugar en la eternidad, por el que en cuanto Dios nació de Dios? Allí no existe un día tal que pueda ser celebrado solemnemente, dado que tampoco pasa para volver cada año, sino que permanece sin ocaso, porque tampoco tuvo aurora. Así, pues, aquella Palabra única de Dios, aquella vida, aquella luz de los hombres es el Día eterno; en cambio, este día, en que, al unirse a la carne humana, se hizo como esposo que sale de su lecho nupcial ahora es hoy, pero mañana será ayer. Sin embargo, el día de hoy ensalza al Día eterno, porque el Día eterno, al nacer de la virgen, hizo sagrado el día de hoy.
San Agustín, Sermón 188,2