Historia y personajes

Escrito el 09/02/2023
Agustinos


 

Fr. José de la Canal, historiador

El P. José de la Canal fue llamado en su tiempo “El ermitaño de la Puerta de Sol”, por sus largos años de residencia en el convento de S. Felipe El Real. La calificación hace referencia a su intenso trabajo como traductor e historiador, hasta ser nombrado presidente de la Real Academia de la Historia. Era originario del valle santanderino de Cabuérniga. Entró en el convento de Burgos y realizó la profesión religiosa en 1785, siendo ordenado en el año 1792, después de estudiar la Teología en el convento de Salamanca. Obtuvo el título de lector en el colegio de María de Aragón, en Madrid y fue destinado al convento de Salamanca como maestro formador de estudiantes y responsable de la biblioteca conventual, iniciando sus primeras publicaciones y traducciones.

En 1800 residía en Toledo impartiendo las clases de Teología a los estudiantes agustinos y se implicó en la disputa jansenista que se reactivó en ese tiempo, publicando un texto anónimo sobre la cuestión, que el Santo Oficio incluyó en el índice de libros prohibidos. Después de impartir clases en el colegio agustino de Alcalá, se le destinó al convento de San Felipe el Real en 1804, donde permanecerá gran parte de su vida, hasta la desamortización y la destrucción del edificio.

En ese momento se le encargó que formara parte de la comisión que continuaba la obra del P. Enrique Flórez, La España Sagrada, que en ese momento dirigía el agustino Fr. Juan Fernández Rojas. Se vio implicado en la polémica suscitada por Masdeu en su crítica a la obra del P. Flórez. También aprovechó esos años para realizar varias traducciones, algunas del francés, como El Catecismo, que tuvo mucho éxito.

No eran años tranquilos, ya que en 1808 Madrid fue ocupada por los franceses, que clausuraron el convento de S. Felipe, dejando al P. José de la Canal como guardián del la biblioteca, archivo y colecciones del P. E. Flórez. Lo de guardián es un decir, porque los franceses desvalijaron el monetario y los códices más valiosos y terminaron expulsando al agustino. Cuando terminó la guerra apenas se pudo recuperar una pequeña parte de lo esquilmado por los invasores.

En el curso 1813-14 comenzó sus clases en la cátedra de Filosofía que le cedió el diputado Andrés Navarro y colaboró en el periódico El Universal, consiguiendo unos ingresos suficientes para la supervivencia. A la vuelta de Fernando VII comenzó una caza de liberales e intelectuales, siendo detenido y desterrado al convento del Risco por una traducción que había hecho del francés. Gracias a conocidos suyos fue liberado y volvió a San Felipe. En el capítulo de la Provincia de Castilla de 1815 se le encargó de asociarse al P. Antolín Merino en la continuación de la España Sagrada. La implicación de la Corona en la magna obra permitió recibir los fondos necesarios para reemprender la edición de nuevos volúmenes. Después de muchos años de estar paralizada la publicación se aceleraron los trabajos y se reinició la impresión de varios tomos. Colaboró con el P. Risco en la publicación de los tomos 43 y 44 y posteriormente los volúmenes 45 y 46, el primero dedicado a las colegiatas, monasterios y conventos de Gerona y el segundo a la iglesia de Lérida, Roda de Isábena y Barbastro.

En 1815 el P. de la Canal fue elegido miembro de la Real Academia de la Historia y la Provincia le nombró Asistente general y prior de S. Felipe. En el momento de la desamortización, se consiguió que la Real Academia recogiera el monetario y la biblioteca del P. Flórez, para que no se perdieran. La Reina regente le propuso para el obispado de Gerona, pero renunció por su débil salud. Falleció en 1845 y legó sus libros y documentos a la Real Academia de la Historia, de la que había sido su presidente.

 Fr. Ricardo Paniagua