Don Fr. Francisco Armañá, Obispo
Fr. Francisco Armañá fue un religioso agustino perteneciente a la Provincia Agustiniana de la Corona de Aragón, en la parcialidad de Cataluña. Había nacido en Villanueva y La Geltrú en 1718. Hizo su profesión religiosa en el gran convento de San Agustín de Barcelona el año 1734. Prosiguió su estudio sy se hizo cargo de la formación de los estudiantes, obteniendo el título de lector en Filosofía y Teología, hasta ser ordenado sacerdote en Barcelona en 1742.
Prosiguió sus estudios en la universidad de Cervera y fue elegido maestro de novicios y en los años siguientes fue elegido prior de varios conventos hasta ser elegido superior del convento de Barcelona el año 1752, al mismo tiempo ejerció el cargo de secretario de la Provincia de la Corona de Aragón y nombrado delegado al capítulo general de 1753, celebrado en Bolonia. En el capítulo provincial, celebrado en Barcelona, según la alternativa, fue elegido provincial de la Corona de Aragón, cuando ya había recibido unos años ante el título de Maestro en Teología.
A pesar de los sucesivos cargos que asumió siguió cultivando los estudios, siendo elegido miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y comenzó a preparar un tratado de Teología Dogmática en varios tomos, al tiempo que reunió una riquísima biblioteca con apoyo del obispo de Barcelona Don José Climent. El Rey Carlos III le propuso para obispo de Lugo el año 1768, que fue ratificado por el Papa Clemente XIII. La consagración episcopal fue presidida por el obispo de Barcelona y celebrada en el convento de San Agustín de esa ciudad y acompañado de los obispos de Vic y Gerona.
Hizo su entrada en la ciudad de Lugo en octubre de 1768 y destacó por las numerosas obras benéficas, la formación del clero y todo tipo de reformas de mejora en la diócesis. Procuró que el seminario ofreciera una formación de calidad, para lo que creó una selecta biblioteca y se preocupó de la calidad de los profesores. En la ciudad creo escuelas y ayudó a adecentar la ciudad y las obras públicas. Sin duda, en su condición de obispo de un pequeña ciudad, como era Lugo, se preocupó de todos los aspectos del buen gobierno, con especial dedicación a los pobres. Escribió diversas pastorales que fueron impresas sobre temas religiosos y le tocó opinar sobre el decreto de expulsión de los jesuitas de España y las Indias, mostrándose favorable a esa medida.
Su carácter reformista e ilustrado le llevó a conseguir un Real Cédula de aprobación para crear la Sociedad de Amigos del País de Lugo en 1784, que era la primera que se creaba en toda Galicia, y que servirá para movilizar a la sociedad más culta de la ciudad, así como crear iniciativas positivas. Su primer presiente, como es lógico, fue el propio obispo Armañá.
El año 1785 fu preconizado para la sede arzobispal de Tarragona, a donde llegó ese mismo año. En la nueva sede continuó con las continuas reformas en todos los campos, sobre todo en la formación cultural de los seminaristas. Contribuyó a crear la Sociedad Económica de Amigos del País. También aquí se dedicó a llevar a cabo obras de mejora de la ciudad, como fue completar el acueducto de agua para la ciudad, arreglar el puerto de Tarragona y la ayuda los necesitados.
Al llegar la revolución francesa acogió a los sacerdotes y personas huidas de Francia. En ese tiempo escribió una obra popular que fue “Catecismo de la Doctrina Cristiana”, escrita en catalán y de gran servicio para el pueblo cristiano. Fue publicada por su sobrino en 1817. El obispo agustino Armañá va a ser uno de los obispos reformistas de finales del siglo XVIII y renovó la oratoria sagrada y la implicación en la vida cotidiana de sus fieles en las dos ciudades donde estuvo.
El P. Mariano Boyano ha escrito una biografía de Fr. Francisco Armañá en la colección de Editorial Agustiniana, el año 2009.
Fr. Ricardo Paniagua