Historia y personajes

Escrito el 16/03/2023
Agustinos


Fr. Álvaro de Benavente. Primer agustino obispo de China

Para los agustinos China era un objetivo apreciado para la evangelización, y uno de los primeros que llegó a Filipinas y entró en el Imperio fue Fr. Martín de Rada, compañero de Fr. Andrés de Urdaneta, que sólo estuvo unos meses en ese imperio. El siguiente agustino que comenzó la aventura fue Fr. Álvaro de Benavente, que llegó en 1680, siendo el primer obispo agustino en esas tierras. Había nacido en la ciudad de Salamanca, donde muy pronto tuvo contacto con los agustinos de su ciudad, entrando en la vida religiosa en 1663, en que hizo su profesión. Muy pronto fue enviado al convento de Madrigal de las Altas Torres. Estando allí de estudiante se unió a los agustinos que iban a viajar a Filipinas, afiliándose a la Provincia del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas. Llegó a las Islas en un grupo de 25 religiosos el año de 1668, permaneciendo un tiempo en el convento de Manila para completar su formación y ordenarse de sacerdote, ya que viajó siendo todavía profeso.

Una vez ordenado de presbítero fue destinado a trabajar en varios pueblos de la zona de la Pampanga, aprendiendo la lengua des fieles, publicando Arte y Vocabulario de dicho idioma. El año 1672 fue elegido párroco de México, pueblo de esa región, pero en el siguiente capítulo provincial fue elegido secretario, en cuyo cargo permaneció una década, lo que nos habla de la eficacia desarrollada en esa labor. Insistió en la necesidad de ir al Imperio Chino y entregó diversos proyectos para iniciar estas misiones, lo que consiguió cuando la provincia le permitió viajar con otro religioso en 1680 a Macao. Fruto de sus trabajos en el sur de China fue la creación de tres comunidades cristianas.

No era fácil el ambiente misional en esas tierras, ya que se mantenía la conflictiva cuestión de los ritos chinos, todavía sin aclarar por parte de la Santa Sede. Además, Propaganda fide había enviado desde Roma a esa misiones algunos Comisarios Apostólicos que estaban dispuestos a someter a los religiosos a su jurisdicción. Álvaro de Benavente se encontró con esos problemas, lo mismo que los demás religiosos españoles y regresó a Manila para buscar luz en este conflicto de las visitas diocesanas. En 1686 fue elegido definidor al Capítulo General y Comisario en la corte de Madrid y Roma. En Roma habló con Propaganda Fide y otros estamentos de la Curia planteando la necesidad de permitir a los religiosos cierta independencia de los Comisarios Apostólicos. Al final obtuvo algunos avances y se volvió satisfecho a Manila en 1690 al frente de un nuevo grupo de misioneros procedentes de España.

De nuevo comenzó a trabajar en la Pampanga y fue elegido provincial en el capítulo de 1695, mostrando, una vez más sus dotes de gobierno en el cuidado de los religiosos. Terminado el mandato se retiró a trabajar a Bacolor y en ese tiempo le llegó la bula de nombramiento de obispo auxiliar de Ascalón y vicario apostólico de Kian Si. Comenzó los preparativos para viajar a China y contactó con misioneros de diversas órdenes sobre la situación difícil por la que atravesaban los cristianos chinos, y la cuestión de la exención de los frailes y de los ritos chinos. Con muchas dificultades llegó a Cantón y se dirigió a Nankín donde fue consagrado obispo el 30 de mayo de 1700.

En el vicariato le afectó directamente la cuestión de las visitas a los puestos de los religiosos. Aunque les dispensó el juramento, llevó a cabo las visitas, lo que le creó una situación difícil, ya que lo que tanto había luchado él por mantener la exención, ahora ase vía obligado a cumplir siguiendo las órdenes de Roma. La otra cuestión complicada era la de los ritos chinos, en la que siempre mostró una actitud moderada, mientras estuvo en discusión su autorización. Cuando la Santa Sede rechazó los ritos, tuvo que obedecer, aún en contra de su parecer. Apeló a Roma para buscar una vía media, pero fue fiel y obedeció. Ello le supuso no recibir el pasaporte del emperador, viéndose obligado a salir del país, como fijaban las ordenanzas del emperador. Tuvo que retirarse a Cantón y de allí al puerto de Macao, base en poder de los portugueses y donde existía un convento agustino. En marzo de 1709 le sorprendió la muerte rodeado de sus hermanos agustinos.

Fr. Ricardo Paniagua