Reflexión agustiniana

Escrito el 25/03/2023
Agustinos


Los "límites" de la omnipotencia de Dios

Estamos muy acostumbrados a pensar en la omnipotencia de Dios como un poder omnímodo y arbitrario, que puede hacer todo lo imaginable por muy disparatado que sea. Pero esto no es así; puesto que la omnipotencia de Dios está y debe estar sometida a la perfección del ser divino, de lo contrario sería Dios un ser caótico y al margen de lo razonable, por lo que no sería Dios.

Ya san Agustín, que en estos temas es maestro, advierte que Dios no puede hacer todas las cosas que a nosotros se nos antoje imaginar. Su omnipotencia, aunque pueda sorprender, tiene "límites". San Agustín, agudo observador y fino analista de la Palabra de Dios, se fija y se apoya para opinar así en un texto de San Pablo: “Si hemos muerto con Él, también viviremos con Él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con Él; si le negamos, también Él nos negará; si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2, 13). En esta última frase paulina se apoya para desarrollar una doctrina muy ilustrativa sobre la omnipotencia de Dios que nos ayuda a entender un podo la conducta de Dios en el tema del mal.  Según Agustín, hay ciertas cosas de las que Dios no puede ser sujeto pasivo o activo; es decir, que no le pueden acaecer o que no las puede hacer, porque de lo contrario no sería Dios. Se trata de afecciones o de acciones de contenido negativo que, de alguna manera, son incompatibles con su perfección infinita. Esto, pues, no es una señal de deficiencia, sino muestra precisamente de verdadera omnipotencia (Réplica al sermón de los arrianos 14):

1) Algunas cosas no le pueden acaecer porque van contra la perfección de su ser: morir, cambiar, ser engañado, ser desdichado, ser vencido, etc.( Sermón 214, 4).

2) Otras, no las puede hacer porque van contra su bondad moral y santidad infinita: mentir, cometer injusticias, ejecutar iniquidades o cualquier clase de mal, etc. (Sermón 213, 2).

3) Tampoco puede decir o hacer cualquier cosa que vaya contra la perfección de su inteligencia: absurdos, necedades, errores, etc. (Sermón 214, 4).

Observemos que, a pesar de lo anterior, la noción de omnipotencia, "hacer todo lo que se quiere", se mantiene en Dios. Pues, si es verdad que todas esas cosas no las puede hacer, también es verdad que ninguna de ellas las quiere ni las puede querer. Por lo que se puede decir que lo único que no puede el Omnipotente es lo que no quiere. Se sigue manteniendo, por tanto, la identidad de su querer con su poder (La ciudad de Dios 5, 10).

José A. Galindo, OAR., El mal, misterio y escándalo. Colecciones FAE