El convento San Agustín de Huesca
El convento de San Agustín de Huesca se fundó a principios del siglo XVI y pertenecía a la Provincia Agustiniana de la Corona de Aragón, siendo uno de los diez conventos agustinos que había en el reino de Aragón. Se trata de un convento modesto en cuando a propiedades, y con una comunidad de unos 15 religiosos. Al estar ubicado en una ciudad universitaria, como era Huesca, muchos agustinos consiguieron títulos universitarios y ejercieron diversas cátedra. Es uno de los pocos casos en que los agustinos abandonaron el primer inmueble para trasladarse en el siglo XVIII a uno que dejaron los jesuitas tras su expulsión, llamado de San Vicente Mártir. En sus claustros vivieron agustinos célebres como los escritores Fr. Pedro Malón de Echaide y Fr. Juan de Tolosa, y otros agustinos que ocuparon diversas diócesis, como Don Fr. Fco. López de Urraca, obispo de Barbastro, Don Fr. Lorenzo Ibáñez, que ocupó obispados en el reino de Nápoles y Don Fr. Agustín Arellano, arzobispo de Brindisi.
En la ciudad de Huesca se erigió un cenobio agustino de forma definitiva a principios en 1510 bajo la advocación de San Agustín. A poca distancia de la urbe se estableció el de Ntra. Sra. de Loreto, casa de agustinos creada bajo la iniciativa de Felipe II a finales del siglo XVI, en el lugar en que la tradición situaba la casa de los padres de San Lorenzo, del que era muy devoto el rey español, tras la victoria de San Quintín. El de Huesca era un convento ubicado en la capital del territorio y diócesis de Huesca, que además poseía universidad y tenía estudio de Teología, pero va a perder algo de peso al fundarse otra comunidad religiosa agustina en Loreto, cerca de Huesca, bajo la protección real, y a la que se dotó de grandes posesiones y rentas por parte de la Corona Española. La media de religiosos que había en Huesca debía estar en unos veinte religiosos, y llegará a 1808 con 16 agustinos, 10 tendrá en el año 1820 y 9 en 1835, en el momento de la desamortización.
El año 1788 el rey Carlos III entregó a los agustinos el colegio y la iglesia de los jesuitas de Huesca, que habían sido expulsados hacía 20 años, en compensación por haber donado a la ciudad los agustinos su convento de Santa María in foris, para uso de la beneficencia. Los agustinos se trasladaron al nuevo edificio el día de S. Carlos, el 4 de noviembre de dicho año, con gran solemnidad y concurrencia de la Ciudad, Clero y Pueblo. A partir de entonces la iglesia jesuítica recuperó mucho culto y asistencia de gente y, así, los agustinos pasaron de un convento pobre de fábrica y rentas a uno de los mejores de la provincia religiosa.
Los agustinos estuvieron al servicio de la diócesis para predicar por los pueblos a las órdenes del obispo, y para ello se elegía en la comunidad religiosa a doctrineros cuya función era recorrer las poblaciones para enseñar la doctrina cristiana. Estas personas se ofrecían al obispo para ser enviados a los pueblos cercanos de Huesca.
Como se confirmó en la desamortización, el convento agustino de Huesca tenía unas propiedades rústicas y urbanas escasas, que servían para mantener a una comunidad de unos 16 religiosos, pasando en ocasiones por apuros económicos y recibiendo ayudas del convento hermano de Loreto, que sí poseía una economía y unas rentas solventes. Seguramente la localización extramuros de la ciudad no le ayudaría mucho para recibir limosnas, donaciones o fundaciones pías de los fieles.
Su valía no estaba en sus instalaciones, más bien austeras, ni en sus propiedades que eran pequeñas, sino en los religiosos que en ella vivieron. Muchos de sus priores y otros religiosos de la casa ejercieron la docencia en las cátedras de la universidad. Algunos fueron insignes predicadores y así lo atestiguaron en la predicación de varias cuaresmas en la catedral.
Con la salida de los religiosos de San Vicente el Real en 1836, como sucedió en otros muchos casos, el edificio conventual de Huesca pasó a ser cuartel de Infantería. Se conservó la gran iglesia de San Vicente el Real, la más importante dedicada al patrono de la ciudad, que pasó a depender del obispado. A partir de 1896 se derribó el convento de los agustinos y sobre su solar se construirá un edificio para los juzgados y otro para correos.
Fr. Ricardo Paniagua