Convento de San Agustín de Castellón
Los agustinos se instalaron en la ciudad de Castellón de la Plana a finales del siglo XIII, pocos años después de ser reconquistadas esas tierras por el rey de Aragón. Como sucedió en muchos casos, los agustinos se habían establecido a la afueras, y en el siglo XIV se trasladaron al centro de la ciudad. Se considera como fundador del mismo al P. Francisco Salelles, que también lo fue del gran convento de San Agustín de Valencia. Hay que recordar que en esta ciudad de la Plana nació el gran agustino Fr. Juan Facundo Sidro Villarroy, hijo de una de las familias importantes de la población, siendo su padre escribano real. Fr. J. Facundo profesó en el convento de Valencia y realizó estudios superiores, ocupando la cátedra de Teología y publicando diversas obras, entre ellas la más conocida es “El fraile en las Cortes”. Ejerció muchos cargos, destacando el ejercicio de tres provincialatos.
Este convento pertenecía a la parcialidad de Valencia, que era uno de los cuatro territorios que formaban la Provincia Agustiniana de la Corona de Aragón. En este reino valenciano existían 19 conventos masculinos y 7 femeninos, siendo la región con mayor número de religiosos de su Provincia religiosa. El convento de Castellón era de tipo medio en esa parcialidad por el número de miembros, ya que estaba habitado por unos 20 religiosos, que se habían reducido en el momento de la desamortización a once. El Definitorio le había concedido el derecho a tener un Predicador Mayor, lo que denota su importancia.
La iglesia del convento ha llegado hasta nuestros días y tiene algunos elementos de valor artístico. El templo es de estilo barroco y data del siglo XVII, aunque tiene elementos más antiguos. Destaca la fachada con una gran entrada rematada con el típico friso barroco con dos volutas en los extremos, colocando en la parte superior una hornacina para recibir la imagen del santo. Es una iglesia que contiene un retablo decorado con esculturas y varias pinturas, obra de los hermanos Vergara, que también pintaron las pechinas; y en el retablo participó el dorador Antonio Coll. El interior está decorado en sus muros con frescos del pintor Joaquín Oliet. En una de las capillas había un cuadro del gran pintor valenciano Ribalta, con dos figuras grandes de San Eloy y Santa Lucía, que en el momento de la exclaustración fueron llevados a la parroquia de La Asunción. Como sucedía en otros conventos, con los años ha sufrido la pérdida de las estatuas y otras partes artísticas.
El convento sufrió las desgracias de la Guerra de la Independencia y su clausura en 1830 por el Gobierno del Trienio Liberal, que estaba habitado en ese momento por 10 religiosos. El cierre definitivo del convento llegó con la desamortización de Mendizábal de 1836. La iglesia fue clausurada y expoliada y las instalaciones conventuales se dedicaron a diverso usos, como Sede del Gobierno Civil y cuartel.
En 1957 se entregó a los agustinos de la Provincia de Castilla, que restauraron el culto en la iglesia. Años después será derruido el convento para construir pisos. En la actualidad una pequeña comunidad de Agustinos cuida esa iglesia situada en el centro de la ciudad castellonense
Fr. Ricardo Paniagua