Domingo con San Agustín

Escrito el 14/05/2023
Agustinos


Domingo VI de Pascua 14 de mayo de 2023

Juan 14, 15-21

Le amaré para manifestarme a él.

El Señor Jesús nos enseña cómo el vivir al amor a Dios observándolo en la vida, esto es, escuchando y practicándolo en la vida. Porque el mismo Jesús nos prometió que nos ama para manifestarnos el amor que nos tiene Dios Padre, un amor que veremos más pleno en el reino de los cielos, porque allí veremos cara a cara lo que ahora creemos.

Dice el señor. Todavía un poco y el mundo ya no me verá. ¿Qué decir? Es que entonces le veía el mundo. En efecto, con el nombre de mundo quiere indicar aquellos de quienes habló antes. Diciendo con referencia al Espíritu Santo, a quien el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. El mundo es verdad, veía con los ojos de la carne a quien se había hecho visible mediante la carne. Pero no veía la palabra que se ocultaba en la carne. Veía al hombre, pero no a Dios. Veía el vestido, pero no al hombre vestido. Más como después de su resurrección, mostró a los discípulos también su carne, no solo para que la vieran, sino incluso para que la tocaran, pero no quiso manifestarla, a lo que a los que no eran de los suyos. Quizá haya que referir a esta realidad las palabras. Todavía un poco y el mundo ya no me verá. Pero vosotros me veréis, porque yo vivo, y también vosotros viviréis.

¿Qué significa? Porque yo vivo también vosotros, viviréis. ¿Por qué se refiere a sí mismo en el presente y a ellos en futuro, sino porque les prometió que poseerían también la vida del cuerpo, pero un cuerpo resucitado, por aquella en la que él les iba a preceder? Y como estaba tan próxima su resurrección, utilizó el presente para indicar esa inmediatez. Refiriéndose a ellos, en cambio, no dijo, vivís sino viviréis. Puesto que la suya se difiere hasta el fin del mundo. De una manera breve y discreta, usando el presente y el futuro, prometió las dos resurrecciones. La suya, que había de realizarse en breve, y la nuestra, que tendrá lugar el fin del mundo. Porque yo vivo también vosotros viviréis. Porque él vive. Por eso viviremos también nosotros. Pues por un hombre entró la muerte y por un hombre entrará la resurrección de los muertos.

El que tiene mis mandatos y los observa es quien me ama (Jn 14, 21): el que los tiene en su memoria y los observa en su vida; el que los tiene presente en sus palabras y los observa en sus costumbres; quien los tiene porque los escucha y los observa practicándolos, o quien los tiene porque los lleva a la práctica y los observa perseverando en ellos. Ese es quien me ama. El amor debe manifestarse en las obras para que no se quede en palabras estéril. Y a quien me ame, le amará mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a mí mismo (Jn 14, 21). ¿Qué significa amaré? Deja entender que le ha de amar entonces, pero que no le ama ahora. No ha de entenderse así. Pues, ¿cómo podríamos amarnos el Padre sin el Hijo o el Hijo sin el Padre? Si su obra es inseparable. ¿Cómo puede amar de forma separada? Pero dijo: yo le amaré para añadir: Y me manifestaré a él. Le amaré y me manifestaré. Es decir, le amaré para manifestarme a él. Al presente nos ha amado para que creamos y guardemos el mandato de la fe; entonces nos amará, para que le veamos y recibamos la visión misma como recompensa de la fe. También nosotros le amamos ahora, creyendo lo que veremos, pero entonces lo amaremos viendo lo que hemos creído. 

Comentarios sobre el evangelio de San Juan 75, 2-5