Convento de San Agustín de Albacete
El convento de S. Agustín de Albacete pertenecía a la Provincia Agustiniana de Andalucía y fue un convento mediado, al estar situado en una villa que pertenecía al obispado de Murcia y a la diócesis de Cartagena, donde residían una decena de frailes, aunque tenía noviciado. Albacete era una población pequeña, calificada de villa, y no tenía numerosos conventos, ya que sólo había tres, el de los franciscanos observantes, el de los descalzos y los agustinos.
El convento de San Agustín fue fundado el año 1576 y en su inicio contó con la presencia y aprobación del Provincial de Andalucía Fr. Luis de Ávila. Se instaló en unas casas que donó el capitán Don Andrés de Cantos y muy pronto tuvo la oposición del convento de los franciscanos que acudieron a la Vicaria de Cartagena para impedir su establecimiento, pero les fue denegado el recurso. Al acto de inauguración solemne acudió la Corporación municipal, el clero parroquial y el Vicario de Cartagena, además de muchos vecinos, lo cual expresaba la aceptación de la población de Albacete a la llegada de los agustinos. Desde 1597 el convento quedó bajo el patrocinio de los Duques de Arcos.
La capilla mayor de la iglesia conventual fue sufragada por el capitán Belmonte. También poseía el templo varias capillas que eran sede de cofradías. La más famosa fue la Cofradía de la Cinta que tenía una gran popularidad en la villa, y fue fundada por el prior Fr. José Cabrera, con autorización del provincial de Andalucía y del Vicario General del obispado de Cartagena el año 1686, que recibió el título de “Cofradía de la Cinta de N.P.S. Agustín y Santa Mónica”. En la capilla colateral de capilla mayor de la Iglesia, en el lado de la epístola, se hallaba el Smo. Cristo de la Misericordia. El patronato de esta capilla fue cedido a D. Alonso Agraz y Núñez, regidor perpetuo preeminente, el 3 de julio de 1798, que la tuvo para él y sus herederos, por una limosna de 2.000 reales. La aceptación de este patronato fue aprobada por el provincial ese mismo año.
Como otros muchos conventos, los ingresos provenían de una serie de tierras de secano, huertas y algunas viñas, como fincas rústicas, y en el casco urbano también eran propietarios de algunas casas que estaban puestas en alquiler. Todas estas posesiones fueron confiscadas en 1820, al ser clausurado el convento por el Gobierno del Trienio Constitucional, por tener un número de religiosos inferior a 12. Era prior del convento en esos momentos Fr. Francisco Grégori. Al abrir de nuevo el convento el 15 de noviembre de 1823 se hizo cargo el prior Fr. Miguel Bermúdez, que concluyó su gobierno ese mismo año. En ese momento fueron devueltas las propiedades al convento, incluso las que habían sido subastadas. También la iglesia quedó bien reparada y adornada con ayuda de los vecinos. Poco después tuvieron la alegría de la visita del Predicador General y Prior de San Agustín de Murcia.
Con los decretos de exclaustración y desamortización de 1835 se subastaron todas sus propiedades que fueron compradas por particulares, y los 9 agustinos que había en él tuvieron a abandonarlo. Asimismo, el gobierno se incautó del convento y lo convirtió en un cuartel de tropas realistas, ya que esos años comenzaron las guerras carlistas. En los primeros años se usó el convento como sede de la Audiencia Territorial. Poco después la iglesia fue derruida y se usó el solar para construir un teatro. Sólo se recuerda la presencia de los agustinos en una calle, un hostal, un colegio, parking y algunas pocas más.
Fr. Ricardo Paniagua