Descanso y amor a Dios
Julio y agosto son tradicionalmente los meses en que disfrutamos del periodo vacacional. Esperamos con anhelo este tiempo de ocio y descanso, pero esto no quiere decir que sea un tiempo de no hacer nada, más bien supone un cambio de ritmo y actividad en la vida diaria. Es el periodo en el cual dedicamos más tiempo a nosotros mismos realizando proyectos y sueños que la rutina diaria no nos ha permitido; también dedicamos más atención a nuestros seres queridos, familia y amigos. Pero ¿entre estos seres queridos está Dios? Él debe ser el Querido por excelencia, si de verdad nos consideramos hijos suyos.
Dios nos pide un amor primero e incondicional sobre todos los demás amores. Cuando a Jesús le preguntan cuál es el mandamiento mayor de la ley, responde sin titubear: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste, amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mt 22,37-39). Amar a Dios, a los demás y a uno mismo son en realidad dimensiones de un mismo amor. El ser humano en último término siempre ama el bien causa de su felicidad. El bien absoluto que produce la felicidad plena es Dios mismo que desea la felicidad de su hijos, por esto, amar a Dios que es el bien supremo es también desear lo mejor para los que amamos y para nosotros mimos. La primera carta de San Juan nos lo confirma: “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’, y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.” (1Jn 4,20).
San Agustín, buscador del Bien y de la Verdad tardó en encontrar a Dios, pero una vez encontrado ya no se separó de Él y todo su afán fue ayudar a otros a que lo amasen. Comentando el salmo 62 invita a su pueblo a relacionarse con Dios en el tiempo de descanso para después poder estar acompañados por su presencia en el tiempo del trabajo y de las ocupaciones cotidianas para poder llevarlas a buen término cuando son buenas:
“Si en el lecho me he acordado de ti, en las madrugadas medito en ti, porque te has hecho mi auxilio. Llama su lecho a su descanso. Cuando uno está en quietud, acuérdese de Dios. Cuando uno está en descanso, no se disipe y olvide de Dios; si se acuerda de Dios cuando está en reposo, también pensará en Dios durante sus actividades. A sus actividades las llama madrugadas, pues todo hombre comienza temprano sus labores. ¿Qué es, pues, lo que dice? Si en mi lecho me acordaba de ti, también pensaba en ti en las madrugadas. Por tanto, si no me acordaba en el descanso, tampoco meditaba en la madrugada. Si cuando uno está ocioso no piensa en Dios, ¿podrá pensar en Él cuando está trabajando? Pero cuando se piensa en él durante el descanso, lo tiene presente en su pensamiento, para no desalentarse en el trabajo. Por eso añadió: Y en las madrugadas medito en ti, porque te has hecho mi auxilio. En efecto, si Dios no nos ayuda en nuestras buenas obras, no podrán ser llevadas a término por nosotros. Y nuestras obras deben ser dignas, es decir, como hechas en plena luz, como quien obra imitando a Cristo. Quien ora mal, lo hace de noche, no de día, según lo que dice el Apóstol: Los que se emborrachan, lo hacen de noche; los que duermen, de noche duermen; pero nosotros, que somos del día, portémonos con sobriedad. Nos exhorta a que andemos como en pleno día, con honestidad. Y dice también: Vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no lo somos de la noche ni de las tinieblas. ¿Quiénes son los hijos de la noche y de las tinieblas? Quienes ejecutan toda clase de males. De tal modo son hijos de la noche, que tienen miedo de que se vean sus obras; y cuando sus maldades las obran en público, es porque eso lo hace mucha gente; cuando son pocos los que obran así, eso lo hacen a escondidas. Sin embargo, quienes hacen tales barbaridades en público, lo hacen, sí, a la luz del sol, pero en las tinieblas de su corazón. De ahí que nadie obrará algo en la madrugada, si no es en Cristo. Pero quien en su ocio se acuerda de Cristo, en él piensa en todas sus actividades. Y él le ayuda en el bien obrar, para que no desfallezca en su debilidad. Si en mi lecho me he acordado de ti, en las madrugadas medito en ti, porque te has hecho mi auxilio.” (Comentario a los salmos 62, 15).
El amor se demuestra dedicando tiempo a lo amado. Aprovecha este tiempo de descanso para mostrar tu amor a Dios, a tus seres queridos y a ti mismo. Felices vacaciones.
P. Pedro Luis Morais Antón, agustino.