El deseo de felicidad
El deseo de felicidad es justamente el recuerdo de Dios, memoria Dei, que llevamos impreso como un sello en nuestra mente. Es ese corazón inquieto, del que habla Agustín, hasta que descanse en Dios. El deseo de felicidad es el anhelo de Dios aunque el ser humano no lo sepa. (...) La imagen que Dios había depositado en el hombre fue deformada por el pecado y la consecuencia no solo fue un oscurecimiento de la razón sino también una disminución para la libertad puesto que sólo permanece en ella una tendencia a Dios como felicidad pero no como bien en sí. Concluyendo, la libertad como deseo de ser felices nos es necesaria, sin embargo la libertad de hacer el bien no lo es: “La libertad inmutable de la voluntad con que el hombre fue y es creado es aquella con que todos queremos ser felices y no podemos dejar de quererlo. Pero ella no basta para ser feliz, ni para vivir con aquella rectitud que es la condición de la felicidad. porque así como al hombre le es natural la voluntad inmutable de ser feliz, no lo es la voluntad de obrar bien”. (Contra Iul. op imp. VI,12)
Mª del Carmen Dolby Múgica., El ser humano en San Agustín (Centro Teológico San Agustín. VII Jornadas agustinianas)