Hola, qué tal, cómo estás.
Poco a poco va pasando el verano y las vacaciones van enfilando la recta final para muchos de nosotros. El campo, la playa, la montaña han sido, o lo seguirán siendo durante unos pocos días más, nuestro lugar de descanso, de serenidad, de encuentro con los amigos, la familia y, por qué no, con Dios.
La semana pasada, en nuestra píldora de San Agustín, comentábamos que las vacaciones pueden ser un momento privilegiado para sacar a la luz pública nuestros talentos.
Seguro que así habrá sido en estas fiestas de la Virgen, que acabamos de celebrar la semana pasada en muchos lugares de España, pues algo nos habrá tocado hacer.
Ahora, que ya nos quedan solo unos pocos días del mes de agosto, podemos hacer otra cosa, tener un encuentro con el Señor. Tal vez donde estás ahora, puedas plantearte hacer la experiencia que, para San Agustín, solamente se puede hacer mirando en el interior del alma, en lo profundo del corazón.
Como nos dice el santo, entra dentro de ti, no te quede fuera:
“Tú, Señor, estabas dentro de mí, mientras yo estaba fuera. Es allá donde yo te he buscado. Me eché de cabeza en las cosas bellas que has hecho.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me han tendido lejos de ti esas cosas bellas que, si no existieran en ti, de hecho, no existirían.
(Confesiones 10, 25)
Oración
Padre mío, haz que te conozca, que te conozca como yo soy conocido. Entra en mi alma, tú que eres su fuerza, y hazla como tú quieres para que puedas tenerla y poseerla sin mancha ni arruga.
(Confesiones 10, 21)