Hola, qué tal, cómo estás.
Nos encontramos a las puertas del proceso de investidura del presidente del Gobierno español. Un procedimiento por el que, el candidato propuesto por el rey, expone ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretende formar, y solicita la confianza del Congreso.
Este acontecimiento me ha hecho pensar en lo que San Agustín dice, no sobre las investiduras, que en su tiempo no existían, sino sobre cómo deben ser, en su opinión, los superiores.
Y, es que, el gobierno de un país está formado por personas que van a dirigir, organizar, orientar el presente y futuro de una sociedad. En ese sentido, son los superiores, a quienes se les ha concedido, en el caso de España que es una democracia, la capacidad de tomar decisiones en nombre de los ciudadanos.
Esta es una gran responsabilidad y un gran compromiso, pues la forma en que actúen va a repercutir en la vida cotidiana de las personas. Por eso, San Agustín tiene claro que los superiores, en nuestro caso el gobierno, se designa con el fin de buscar el bien de aquellos que deben guiar. Escuchemos sus palabras:
“Los superiores se designan con el fin de buscar el bien de aquellos que deben guiar. Por eso en el cumplimiento de su oficio deben tender al bien de estos, no a ventajas para sí mismos. Sin embargo, hay superiores que se gozan de ser puestos sobre los demás, que buscan honor y el propio interés. ¡Estos se engordan a sí mismo, no a sus ovejas!
(Sermones 46, 1)
Oración
“Señor, mi pecado me ensucia y las ofensas de los demás me afligen. Líbrame de ellos y perdóname. Libera mi corazón de los pensamientos malos y aléjame de los malos consejeros.”
(Enarraciones sobre el salmo 18, 13)