Casiciaco
Volver a Casiciaco es un desafío para todos los que estamos en la órbita de Agustín de Hipona. Porque Casiciaco no sólo es el origen de su producción literaria y, por tanto, como el mismo Agustín recomienda, lo primero que debemos leer: “Porque quien lea mis opúsculos por el orden en que los escribí, encontrará tal vez cómo he ido progresando al escribirlos” (Retractaciones. Prólogo 3), es también donde se encuentran las primeras intuiciones de su doctrina, sus ideas más originarias. Evidentemente están como quintaesencia y piden ser desarrolladas y maduradas. Allí encontramos el origen de la filosofía, del proyecto de vida consagrada, del dinamismo comunitario, de la doctrina espiritual. Volver a Casiciaco, por tanto, es volver al origen de nuestra vida agustiniana.
A Casiciaco podemos aplicarle la categoría de origen de nuestra aventura, origen del proyecto agustiniano. Todo ha nacido aquí, en Casiciaco “nace” Agustín treinta y dos años después de nacer. Aquí nace su filosofía, nace una nueva pedagogía, nace la comunidad, nace el proyecto de vida consagrada, nace su espiritualidad. Volver a Casiciaco es encontrar frescura y novedad. Casiciaco es un lugar, pero para nosotros es sobre todo un ambiente en donde podemos situar el despertar de Agustín y de su doctrina. Volver a Casiciaco es para nosotros un verdadero reto.
Hasta ahora Agustín ha vivido a impulsos, ahora, sereno, puede tematizar su vida y articular su obra literaria. Desde el punto de vista intelectual en Casiciaco comienza el despertar filosófico de Agustín. En el Contra Académicos Agustín dice haberse refugiado en el seno de la filosofía: “Ella es la que ahora, en el descanso tan deseado, me alimenta y conforta; ella me ha libertado enteramente de aquella superstición, en la que yo te precipité conmigo. Porque ella enseña, y con razón, que no se debe dar culto ni estimación a lo que se ve con los ojos mortales, a todo lo que es objeto de la percepción sensible. Ella promete mostrar con claridad al verdaderísimo y ocultísimo Dios, y ya casi me lo está mostrando al través de espléndidas nubes” (Contra Académicos 1, 1, 3), e invita a Romaniano y a todo el que le escuche a dedicarse con él a la filosofía.
Es imposible entender la obra de Agustín sin entender a Agustín, su filosofía es un estilo de vida, una teoría de la vida, de su vida, es una filosofía autobiográfica. En Casiciaco, a su filosofía le es fundamental la vida cultural, la vida moral y la vida sobrenatural, es decir, es una filosofía que no deja fuera ningún aspecto de la vida real en que se mueve, una filosofía que se identifica con su vida y con el ideal que pretende hacer realidad.
Nuestra alma ha caído lejos de ella misma, en el dominio de los sentidos y debe retornar: “Pues así como el alma, extrañada de sí misma, cayó en las cosas mortales, así debe regresar y volver a la intimidad de la razón” (Del Orden 2, 11, 31). Es en este regreso a la razón en lo que consiste la conversión filosófica a la que Agustín invita a sus alumnos. Este regresar es volver a la interioridad del hombre, volver a su ser más auténtico, adueñarse, poseerse. Es el retorno a sí mismo para conocerse y conocer el camino y evitar el error. Para conocerse hay dos caminos: la soledad y las artes liberales: “Y la causa principal de este error es que el hombre se desconoce a sí mismo. Para conocerse necesita estar muy avezado a separarse de la vida de los sentidos y replegarse en sí y vivir en contacto consigo mismo. Y esto lo consiguen solamente los que o cauterizan con la soledad las llagas de las opiniones que el curso de la vida ordinaria imprime en ellos, o las curan con la medicina de las artes liberales” (Del orden 1, 1, 3).
Las obras de Casiciaco nos revelan las preocupaciones del espíritu de Agustín poco después de la conversión. Su primera preocupación fue defender la existencia de la verdad y mostrar el camino para poseerla y a esta tarea dedica el libro Contra Académicos. En el libro de la vida feliz se termina exhortando a buscar a Dios y a conocerlo perfectamente, que es en lo que consiste la hartura espiritual y la felicidad de la vida. Para contemplar a Dios, nos dice en el libro Del orden, el hombre tiene que poner orden en su alma. El tema central en Soliloquios es el conocimiento de Dios y del alma. Como vemos la preocupación principal de Agustín es Dios, conocer, contemplar, buscar a Dios.