Sabías que…

Escrito el 08/12/2023
Agustinos


 

"Los padres de San Agustín"

¿Sabías que los padres de Agustín se llamaban Patricio y Mónica? ¡Ah, que a Mónica si la conoces o has oído hablar de ella, pero que a Patricio no! Pues te cuento algo de ellos. Por cierto, Agustín tuvo un hermano, llamado Navigio y, una hermana, de la que no se conoce su nombre.

Su padre Patricio era, según testimonio del propio Agustín, “por una parte, extremado en el cariño; por otra, muy propenso a la ira”. En su pueblo, Tagaste, lo apreciaban mucho, pues lo veían como ejemplo de padre que no había escatimado en gastos para que su hijo estudiara, aun siendo consciente de la escasez de su fortuna. Amaba la propia sangre, por lo que tenía gran esperanza en que Agustín le diera muchos nietos. Murió pronto, y Agustín hace muy pocas referencias en sus escritos a él. 

Mónica fue educada desde niña en la fe cristiana. Se casó, según la costumbre de la época, con quien le dieron por marido. Se esforzó por ganarlo para Dios hablándole de Él con sus costumbres. Eran estas las que, a decir de Agustín, la hacían a los ojos de su marido Patricio, hermosa, amable y digna de admiración.

Tanto a Patricio como a Mónica les ilusionaba la esperanza de ver en Agustín un sabio. Los dos ansiaban ardientemente que fuese buen estudiante. Su padre, para que lograse ser un hombre famoso y con dinero; su madre, para que fuera un hombre de Dios que sirviera a la Iglesia.

Y, es que Mónica era una madre piadosa y fiel sierva de Dios. Viuda y sabia, no cesaba en derramar lágrimas delante de Dios en todas sus oraciones por su hijo Agustín. Sí, porque su hijo estuvo durante muchos años sin rumbo, tanto en el aspecto religioso de la vida como en el moral. Por eso Mónica rezaba por él continuamente, y también actuaba, pedía a los obispos que hablaran con Agustín y le guiaran por el buen camino.

Cuando Agustín se convierte a la fe en Jesús, su madre se llena de regocijo y da gracias a Dios por ello. A su vez, Mónica logra también que su marido Patricio, que no era creyente cristiano, acogiera la fe poco antes de morir.

Mónica fallece en Ostia Tiberina, junto a Roma, cuando se disponía a regresar a África después de haber estado en Italia con su hijo. Tenía 55 años y Agustín 32. Sus restos mortales reposan en la iglesia de San Agustín en Roma.

Para Agustín, Mónica fue dos veces su madre: una dándole la vida corporal y, otra, dándole la vida espiritual, la fe cristiana.