Hola, qué tal, cómo estás.
Nos encontramos al comienzo de la segunda semana del tiempo de Adviento, de la preparación del nacimiento de Jesús en Belén. Además, este domingo pasado hemos celebrado el 75 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.
Qué buena manera pues de preparar el nacimiento de Jesús de Nazaret, de aquel que pasó por la tierra haciendo el bien y que, con su resurrección, es proclamado el Cristo de nuestra fe, que trabajar haciendo el bien, posibilitando que todas las personas del mundo disfruten de los derechos humanos.
El ejemplo lo tenemos en el mismo Jesús quien, cuando caminaba por su tierra, denunciaba las injusticias que veía, actuaba en favor de todos los que las sufrían y anunciaba un mundo nuevo, el Reino de Dios. Y es que, en Jesús, anunciar, denunciar y actuar siempre van juntos, no los puede separar, al igual que no puede separar la acción de la contemplación, el amor a Dios y al prójimo.
Por eso nosotros los cristianos, tenemos que ser continuadores, en la realidad que nos toca vivir, de la forma de ser y de actuar de Jesús, si queremos ser auténticos hijos de Dios.
San Agustín nos dice al respecto:
“Nadie debería dedicarse tan intensamente a la contemplación como para no preocuparse más de las necesidades del prójimo; ni darse tanto a la actividad hasta el punto de no tener más tiempo para la contemplación de Dios. El amor de la verdad busca el santo reposo, mientras la fuerza irresistible del amor pide la necesaria actividad”.
(La ciudad de Dios 19, 19)
Oración:
“Oh Dios, ven a mí en tu benevolencia. Tú eres el Bueno y Hermoso en quien, por quien y a través de quien, todas las cosas son buenas y hermosas”
(Soliloquios 1, 1)