Sabías que…

Escrito el 15/12/2023
Agustinos


 

"Infancia y niñez de Agustín"

¿Sabías que Agustín nace en el año 354, concretamente el día 13 de noviembre? Pues ya lo sabes, igual que sabes, pues lo comentamos la semana pasada, que sus padres fueron Patricio y Mónica. Esta última, como dice San Agustín, fue dos veces su madre: una dándole la vida corporal y, otra, la vida espiritual, la fe cristiana.

En relación con su infancia, Agustín cuenta que fue como la de cualquier infante de la época, diríamos, de todas las épocas. Así, pasaba el tiempo comiendo, durmiendo, llorando, sonriendo, enfadándose si no se cumplían sus deseos.

En cuanto a su niñez, parece que tampoco fue distinta a la de los demás niños. Sus padres se preocuparon de su formación, muy específicamente de los estudios. De esta manera, tuvo que ir a la escuela en Tagaste, donde aprendió a leer y escribir. Eso sí, Agustín señala que el temor a los azotes era la única motivación que le impulsaba a estudiar.

Tales azotes, sin embargo, además de estimularle a estudiar, también le conducían a Dios. En la escuela, el niño Agustín pudo experimentar, en la medida de su capacidad, que Dios es un ser gran; que, aunque no se manifiesta a nuestros sentidos, puede oír y socorrer a quien le invoca. De este modo, ya desde niño, rogaba a Dios que no le azotasen en la escuela.

Y es que Agustín, desde chiquillo, había recibido también educación cristiana. Como él mismo dice: ya entonces era yo creyente, lo era mi madre y lo eran todos los de mi casa, menos mi padre… Apenas salí del vientre de mi madre, me señalaron con la cruz y saboreé la sal bendita”. Esto quiere decir que fue considerado candidato al bautismo. Su fe era profunda, pero por diversos motivos, no fue bautizado de niño.

Agustín ansiaba triunfar siempre, aunque para ello tuviera que mentir, hacer trampas. Le fascinaba toda clase de historietas, se sentía lleno de curiosidad y se le marchaban los ojos tras cualquier espectáculo. Todo le gustaba, menos las letras y que le obligasen a estudiarlas.

El estudio del griego comenzaba entonces desde los primeros años, pero a Agustín nunca le agradó. Sí tomó mucha afición por el latín, sobre todo por la literatura, memorizando a los poetas latinos.

El talento de Agustín era grande y él mismo era consciente de ello. Todos coincidían en afirmar de él, que “era un niño que prometía mucho”. Tenía mucha memoria, iba adquiriendo facilidad para hablar, gozaba de la amistad; huía del dolor, de la afrenta, de la ignorancia. Como se suele decir, era todo un aspirante a triunfador en este mundo.