Reflexión agustiniana

Escrito el 30/12/2023
Agustinos


La comunidad de Casiciaco

En las Confesiones Agustín nos dice cómo eran sus amigos y como disfrutaba con ellos y nos revela un proyecto que había diseñado de una comunidad de amigos: “También muchos amigos, hablando y detestando las turbulentas molestias de la vida humana, habíamos pensado, y casi ya resuelto, apartarnos de las gentes y vivir en un ocio tranquilo. Este ocio lo habíamos trazado de tal suerte que todo lo que tuviésemos o pudiésemos tener lo pondríamos en común y formaríamos con ello una hacienda familiar, de tal modo que en virtud de la amistad no hubiera cosa de éste ni de aquél, sino que de lo de todos se haría una cosa, y el conjunto sería de cada uno y todas las cosas de todos... Pero, todo aquel proyecto tan bien formado se desvaneció entre las manos, se hizo pedazos y fue desechado” (Confesiones 6, 14, 24).

Aquel proyecto que había fracasado antes de la conversión, comenzó a realizarlo en el retiro de Casiciaco y lo continuó en Tagaste y en Hipona. Agustín, de hecho, entiende la filosofía como búsqueda de la sabiduría hecha junto con los amigos, sea porque la verdad conocida debe ser comunicada a los otros, no siendo bien privado sino común a todos, sea porque es una comunidad de amigos, que ponen en común todos los bienes. De hecho, en Soliloquios, en el diálogo de Agustín con la razón, podemos leer: “Pero te pregunto: ¿por qué quieres que vivan o permanezcan contigo tus amigos, a quienes amas? Para buscar en amistosa concordia el conocimiento de Dios y del alma. De este modo, los primeros en llegar a la verdad pueden comunicarla sin trabajo a los otros. ¿Y si ellos no quieren dedicarse a estas investigaciones? Les moveré con razones a dedicarse. ¿Y si no puedes lograr tu deseo, ora porque ellos se creen en posesión de la verdad, ora porque tienen por imposible su hallazgo o andan con otras preocupaciones y cuidados? Entonces viviré con ellos y ellos conmigo, según podamos. ¿Y si te distraen de la indagación de la verdad con su presencia? Si no logras cambiarlos, ¿no trabajarás y preferirás estar sin ellos que con ellos de esa manera? Ciertamente. Luego no quieres su vida y compañía por sí misma, sino como medio de alcanzar con ellos la verdad. Lo mismo pienso yo.” (Soliloquios 1, 12, 20).

En Casiciaco hay un deseo común de hacer una auténtica experiencia de vida, todos quieren ser ayudados en el proceso integral de sus vidas. Agustín no está solo, está rodeado de un grupo de amigos, que están en Casiciaco desde el verano del 386 hasta la primavera del 387 y que conviven diariamente. El impulso primero es el deseo de Agustín de consagrarse a la sabiduría, sueño que desde la lectura del Hortensio le ronda en la cabeza y en el corazón y hacerlo familiarmente con un grupo de amigos.

Casiciaco es el puerto tranquilo, el puerto de la filosofía (Cf. La vida feliz 1, 1-4). del que reposa en Dios, pero también del que necesita alimentar su espíritu y reedificar la comunidad, la familia, desde la amistad. Casiciaco es un lugar de retiro y de preparación del corazón, de experiencia de vida al aire libre. Muchos años después, recordará agradecido Agustín aquella experiencia: “¡Oh fiel cumplidor de tus promesas!, da a Verecundo en pago de la estancia de su quinta de Casiciaco, en la que descansamos en ti de las congojas del siglo, la amenidad de tu paraíso eternamente verde, porque le perdonaste los pecados sobre la tierra en el monte de quesos, monte tuyo, monte fértil” (Confesiones 9, 3, 5). Como no podía ser de otra manera, la reflexión y el estudio ocupa la mayoría del tiempo de algunos de los que convivían en Casiciaco ya que es una parte fundamental de la formación integral de los jóvenes, aunque no se puede afirmar que en Casiciaco funcionase una escuela al estilo clásico, como ya sabemos. Aquí se inculcaba el amor a la sabiduría y el maestro, Agustín, es consciente de su labor. La comunidad de Casiciaco no se repliega sobre sí misma y cultiva las viejas amistades. Es una comunidad abierta y envía cartas a los ausentes para tenerles al tanto de lo que hacen. Casiciaco fue lugar de estudio, de silencio y de paz, pero fue también un verdadero laboratorio de relaciones, de vida comunitaria. Allí se trabaja, se estudia, se ora, se crea un ambiente de familia, se pasea, se leen lecturas relajantes. Es, en definitiva, una gran experiencia de vida común.

Santiago Sierra, OSA