Reflexión agustiniana

Escrito el 27/01/2024
Agustinos


Apóstoles y misioneros. Imitando a Agustín de Hipona

Sabemos que Agustín tiene un carácter comunicativo y expresivo; de hecho, da mucha importancia a la amistad, a la fraternidad, a la comunicación de los bienes y de los corazones. Estas realidades que hemos enumerado, a las que Agustín da importancia, son realidades que no tienen fecha de caducidad ni están sujetas a la variedad de la moda, aunque también es verdad que en cada época es necesario poner los propios acentos; de todas las maneras, la amistad, la fraternidad y la comunión serán también hoy los grandes pilares para vivir el agustinismo y mantener encendida la antorcha que prendió Agustín para bien de la Iglesia. Por otra parte, Agustín ha sido siempre, probablemente también por temperamento, un auténtico proselitista; y esto porque tiene necesidad de comunicar a los otros los descubrimientos de su inteligencia y las novedades de su corazón inquieto. El proselitismo de Agustín se hace más vivo y actuante cuando se trata de compartir valores capaces de dar sentido a la existencia humana. Agustín siempre que se creyó en posesión de un camino de salvación, sintió la imperiosa tendencia a mostrarlo a sus cercanos y recorrerlo en compañía. Es decir, nunca se ha resignado a poseer él sólo la verdad conquistada o aquello que creía que era la verdad. Si repasamos someramente su vida, podemos ver ya en su época de estudiante en Cartago cómo le entusiasmó y se adhirió a la secta de los maniqueos y cómo fue un ferviente propagandista de ella, arrastrando a todos sus amigos en esta aventura.

 

Cuando decimos que Agustín es proselitista, pensamos en su etapa antes de convertirse, sin embargo, después de convertido, su proselitismo se convierte en actividad apologética y misional incluso con justificación teológica: "El Agustín polemista es inseparable del Agustín pastor de almas. La polémica es para él el reverso del apostolado. Apóstol de un celo devorante y de una ortodoxia intransigente, no puede evitar entrar en conflicto con los que, insensibles a una verdad para él cegadora, le parecía que intentaban conducir a sus tinieblas a todos aquellos africanos a los que se sintió llamado a revelar la Luz. Digamos todavía más: Agustín es polemista porque es apóstol, por vía de consecuencia y a pesar de él" (A.Mandouze, Saint Augustin. L'aventure de la raison et de la grâce, Paris 1968, p.333).

Agustín no siempre ha empleado el método de la confrontación, prueba de ello es lo que les dice a los maniqueos en la Réplica a la carta del fundamento, a pesar de que con los maniqueos tiene razones suficientes para ser duro, no en vano estuvo nueve años atrapado en sus redes, sin embargo, les dice: “Sean crueles con vosotros quienes ignoran con cuánta fatiga se halla la verdad y cuan difícilmente se evitan los errores. Sean crueles con vosotros quienes ignoran cuan raro y arduo es superar las imaginaciones de la carne con la serenidad de una mente piadosa. Sean crueles con vosotros quienes ignoran cuán difícil es curar el ojo del hombre interior para que pueda ver el sol que le es propio… Pero yo, que, errante por tanto tiempo, pude ver al fin en qué consiste esa verdad que se percibe sin relatos de fábulas vacías de contenido; yo, que, miserable, apenas merecí superar, con la ayuda del Señor, las vanas imaginaciones de mi alma…; yo, en fin, que busqué con curiosidad, escuché con atención y creí con temeridad todas aquellas fantasías en que vosotros os halláis enredados y atados por la larga costumbre, y que me afané por persuadir a cuantos pude y defendí con animosidad y terquedad contra otros; yo en ningún modo puedo ser cruel con vosotros a quienes ahora debo soportar como en otro tiempo a mí mismo, y debo usar con vosotros de la misma paciencia de que usaron conmigo mis cercanos cuando erraba, lleno de rabia y ceguera, en vuestras doctrinas” (Réplica a la carta llamada del Fundamento, 2-3). Posiblemente se acuerda de la paciencia que tuvieron con él personas como Ambrosio, Mónica y tantos otros y vemos cómo les habla con el corazón en la mano, sin reproches y les invita a una discusión pública. A Agustín lo que le interesa es la verdad y por ella hace todo lo que hace: "No trato de que nadie sea obligado por la fuerza a entrar en la comunión católica, sino de que la verdad evidente se patentice a todos los que yerran, para qué, por mi ministerio y con el auxilio de Dios, la misma verdad manifiesta se haga abrazar y seguir" (Carta 34, 1).

Santiago Sierra, OSA