Píldoras de San Agustín

Escrito el 19/02/2024
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Nos encontramos ya en la primera semana del tiempo de Cuaresma, un tiempo para pensar, reflexionar, meditar, rezar por nuestra conversión.

Una conversión que no es otra cosa que reconocer a Dios como Padre y creador, a Jesús como hermano y salvador y, al Espíritu Santo, como inspirador divino y fortaleza en la vida. 

Todo esto, que lo hemos oído tantas veces, hoy sin ir más lejos una vez más, y experimentado en muchos momentos de la vida, hay ocasiones y, puede ser que ahora sea una de ellas, no lo vivimos con la intensidad y fuerza que quisiéramos.

Este alejamiento de Dios, de Jesús, del Espíritu Santo, nos lleva también a alejarnos de lo profundo de nosotros mismos, de los demás, pues el amor lleva al amor, y si estamos alejados de la fuente plena del amor, lo que podemos dar son pequeños hilillos de ese amor.

De ahí, la necesidad de volver a la fuente, de cambiar el rumbo de nuestro ser y de nuestro actuar. San Agustín nos anima a volver a Dios, pues Él está pendiente de nosotros, aun cuando todavía no nos hayamos convertido.  

“Aquel que nos ha dado el don de existir, también nos da el de ser buenos. Él lo da a quienes vuelven a él. ¡Incluso los ha buscado antes de que se convirtieran y cuando se habían alejado de su camino!”.

(Encarnaciones sobre el salmo 103, 2)

Oración:

“Señor; ordena y manda lo que quieras. Pero cura y ábreme los oídos de tal modo que yo pueda escuchar tu voz. Cura y ábreme los ojos para que yo pueda ver tus mandatos. Aleja la locura de mí para que pueda reconocerte”.

(Soliloquios 1, 5)