Píldoras de San Agustín

Escrito el 06/05/2024
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Cristo ha resucitado ¡Aleluya! Seguimos con el tiempo pascual.

Si nos fijamos en el próximo domingo, descubriremos que la Iglesia celebra la Ascensión de Jesús a los cielos en presencia de los apóstoles.

Un cielo al que miraron ellos y al que han seguido mirando los cristianos venidos después a lo largo de los siglos. Un gesto, el de poner la mirada en lo alto, para indicar que los creyentes, aunque están en el mundo y tienen bien firmes los pies en la tierra, no pertenecen a este mundo.

Porque la ascensión de Jesús a los cielos es la señal de esa situación feliz que Dios tiene preparada para cada uno de los creyentes, y en la que su Hijo les ha precedido.

Ahora bien, para estar en el mundo, comprometidos con él, construyendo el Reino de Dios de justicia, paz, verdad, amor y fe, y saberse, al mismo tiempo, que no se es del mundo, se necesita estar muy cerca de Jesús, el maestro que supo estar en el mundo sin ser del mundo. 

Por eso, Él se ha querido quedar al lado de los cristianos en la Iglesia a través de la eucaristía, lugar de encuentro con el Señor. San Agustín nos lo recuerda de la siguiente manera:  

“Jesús nos ha dado su Cuerpo y su Sangre en pan y vino, elementos reducidos a uno. Comer este alimento y beber esta bebida significa permanecer en Cristo y hacerlo permanecer en nosotros”.

(Comentario al Evangelio de S. Juan 26, 11)

Oración:

“Tú eres mi fuerza, Señor, para que yo pueda resistir en este mundo a todas las tentaciones. Si son muchos los que atormentan, tú eres mi refugio”

(Enarraciones sobre el salmo 70, 5)