¡Hola, qué tal, cómo estás!
Comenzamos la semana más importante de las vacaciones del verano. Y, ¿por qué digo esto? Porque el próximo jueves, 15 de agosto, es la fiesta de la Asunción de María, la patrona de cientos de poblaciones, grandes y pequeñas, de España.
Así, en esa misma fecha y, alrededor de la misma, las calles se llenan de personas dispuestas a disfrutar al máximo de la música, los bailes tradicionales, los actos religiosos, los trajes regionales, las representaciones históricas, la gastronomía, los festejos taurinos, los pasacalles con gigantes y cabezudos, los fuegos artificiales, los juegos y competiciones deportivas, y un sinfín de tradiciones centenarias.
Muchas personas dicen ¡vamos al pueblo que son las fiestas!, pero no saben que son en honor de la Virgen, que fue elevada al cielo en cuerpo y alma en el momento de su muerte.
Hay otros que sí, que lo saben y dan la cara en esos días por la Virgen de su pueblo, pero solo esos días porque, el resto del año, no se acuerdan de ella ni de Jesús, no se les ve por la Iglesia ni se les espera. Ahora, eso sí, la Virgen de agosto que no se la toquen.
Esto mismo ya lo veía Agustín en su tiempo y les recuerda a sus fieles que la Virgen María es muy importante y santa, pero que la Iglesia también lo es:
“María es santa, es bendita. La Iglesia, sin embargo, es incluso mejor que la Virgen María. ¿Por qué? Porque María, es una parte de la Iglesia, un miembro santo, un excelente miembro del Cuerpo. Si María es una parte del Cuerpo, está claro que el Cuerpo es más grande que su madre”.
(Sermones 72 A, 7)
Oración:
“Nuestro Dios, la Palabra, era bella en el seno de la Virgen, donde aun aceptando nuestra humanidad no perdió su divinidad”.
(Enarraciones sobre el salmo 44,3)