"Todo es Gracia (I)"
A San Agustín le encontramos, a lo largo de su vida, en una disputa continua contra tres herejías de su tiempo: el maniqueísmo, el donatismo y el pelagianismo.
El maniqueísmo es una secta religiosa que establece que en el mundo existen dos principios eternos: el bien y el mal, que se encuentran en lucha permanente.
Ambas cosas se dan en el ser humano y son las que le llevan a actuar de una manera o de otra. Por eso, el hombre no es el responsable de sus actos, sino estas fuerzas que tiene dentro de sí. Además, afirman que se pueden comprender los misterios de la vida sin necesidad de fe, sino por el conocimiento y la razón.
San Agustín pertenece en su juventud a esta secta, durante unos diez años, pero llega un momento en que la abandona y se enfrenta a ella. Él, sí cree que el ser humano es responsable de lo que hace, pues Dios le ha dado la libertad para poder elegir entre el bien o el mal. Además, la fe siempre es necesaria para desenvolverse en cualquier aspecto de la vida diaria.
Por su parte, el donatismo proviene del obispo norte africano, Donato, quien tiene la pretensión de reformar la Iglesia, ya que, según él, se encuentra muy relajada en sus costumbres.
Para ello hace hincapié en la necesidad de su pureza y fundamenta su doctrina en base a dos principios: El primero, la Iglesia está formada por gente perfecta y santa y, el segundo, los sacramentos solo son válidos cuando los administra un sacerdote digno.
El obispo de Hipona no está de acuerdo con esto porque, para él, la Iglesia está constituida por hombres buenos y malos, y los sacramentos reciben su eficacia de Cristo, y no de quienes los administran, ya sean estos santos o pecadores.
La tercera disputa la tiene San Agustín con los pelagianos, fundados por Pelagio, un monje británico, buen cristiano, que aspira a ser perfecto y que está convencido de que puede llegar a serlo por sí mismo, por sus propias fuerzas, sin necesidad de Dios.
Ante esto, Agustín predica que el hombre, él solo, no se puede salvar, ser santo, sino que necesita de la gracia de Dios.
Pero, de esto, vamos a seguir hablando en nuestro próximo espacio de “Sabías que…”.