Historia y personajes

Escrito el 05/12/2024
Agustinos


Colegio agustinos de san Acacio de Sevilla

El colegio agustino de San Acacio nació por iniciativa del gran convento de Sevilla, llamado “Casa Grande”, del cual era filial. Como sucedió en otras ciudades universitarias, Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Barcelona y Valencia, los agustinos crearon un colegio para sus estudiantes y profesores que asistían a las clases de la Universidad de la ciudad. Estos centros eran pequeños, de unos quince a veinte religiosos elegidos por sus altas dotes intelectuales, y estaba presidido por un rector y regente de estudios.

Su fundación se produjo en 1593, gracias la piedad de una dama sevillana, Dña. Leonor de Virués, que dejó los fondos suficientes para edificarlo cerca del barrio de Santa Cruz, un poco alejado del centro de la ciudad. Los agustinos inauguraron el templo en 1601 y comenzó a funcionar el colegio presidido por el rector Fr. Agustín Vallejo. Al estar distante de la universidad, los agustinos decidieron comprar unas casas en el centro, en la conocida calle de Sierpes. El edificio era pequeño, con un patio central con fuente y galerías en los cuatro lados y de gran belleza, que se conserva en la actualidad.

Del colegio de San Acacio destacó sobremanera la rica biblioteca, cuya formación se inició en 1621 gracias a diversas donaciones de religiosos. La principal fue la aportada por el prestigio agustino Sr. Dr. Fr. Gaspar de Molina y Oviedo, que había sido colegial en San Acacio, y que ostentó los cargos más altos civiles y religiosos, siendo elegido obispo de Cuba en 1730, de Barcelona y Málaga, hasta ser elegido cardenal. Desde que se hicieron cargo de ella en 1744 se ordenó y se abrió al público. Un ejemplar del índice de sus fondos se encuentra en la Biblioteca del colegio de la Provincia de Filipinas en Valladolid, y tres más en la Universidad de Sevilla. Contaba la biblioteca con 7.500 volúmenes y llegó a ser el principal centro de cultura y el mejor y más amplio local científico de Sevilla.

Esta biblioteca tuvo algunos insignes agustinos bibliotecarios, siendo uno de los más ilustres el P. Pedro Garrido que llevó a cabo un trabajo de catalogación hasta 1793. Colaboró en la fundación de la Academia Horaciana de Sevilla, de la que fue miembro destacado y presidente. Tuvo gran amistad con el ilustre escritor extremeño Juan Pablo Forner, Fiscal de la Real Academia de Sevilla, que ingresó en la Academia Horaciana y sustituyó como presidente al P. Garrido.

Al llegar la invasión francesa los agustinos se vieron obligados a salir del colegio, aunque consiguieron seguir con la biblioteca hasta 1835 en que se decretó la desamortización y cierre. Durante la invasión se estableció en sus espacios las oficinas del Crédito Público. Suprimido el colegio y cerrado como todos los conventos de España, el Estado instaló la Academia de Nobles Artes y la iglesia sirvió de Sala de Juntas de la misma. Más tarde pasó a ser Central de Correos y Telégrafos y finalmente se dedicó a sala de exposición de obras de arte. Desde 1951 es sede del Real Círculo de Labradores

En el templo del colegio tuvo su sede la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiación y María Santísima del Rosario en 1670, y en el año 1697 residió en el colegio la famosa Cofradía del Santo Cristo del Gran Poder y la Santísima Virgen del Traspaso.

La mayoría de los libros de la biblioteca pasaron en 1878 a la Biblioteca provincial en el edificio de la Universidad, aunque en esos trasiegos hubo espolios y robo de algunos libros muy valiosos. También pasaron al Ayuntamiento varios cuadros que existían en el colegio. Del antiguo edificio se conserva la fachada y el precioso patio barroco, que se construyó en 1690 por el arquitecto Leonardo de Figueroa, aunque ha sufrido varias intervenciones para adaptarlo al uso de los años finales.

Fr.  Ricardo Paniagua